Yo padezco en el alma una tristeza
que solo tu cariño curaría
y no sabes mi bien, cuanto daría
por sentir de tu cuerpo la tibieza.
Reclina aquí, en mi pecho, tu cabeza
y escucha al corazón en agonía
que inmerso en su dolor ya desvaría
y trémulo de amor tu nombre reza.
Ven, mira como mi alma se acongoja
cual fuerte vendaval que tira la hoja
que árbol por el hacha mutilada.
Y dame como ayer esa ternura
que tanto necesito. ¡Vamos, cura
con besos este mal que me ha postrado!
Pablo B. Pineda Cortés / Junio 14 del 2000.