Jue. Mar 28th, 2024

¡Toros sí; toreros no!

ANIMALIA - TOROS SÍ, TOREROS NO 1La fiesta brava si bien, como hoy la conocemos data de finales del siglo XVII y principios del XVIII, sus inicios se remontan a tiempos inmemoriales. Existe testimonio de ello en pinturas rupestres prehistóricas donde se pueden apreciar dibujos de toros.

La bravura de este bovino, cuya evolución es la conjugación de distintas razas que dieron origen al actual toro de lidia, sin duda ha ejercido un encanto y admiración sobre el hombre.

A México esto es traído por los españoles, junto con todos sus usos y costumbres en el tiempo de la conquista. Los primeros festejos se celebraron aún en vida de Hernán Cortés y la afición por la tauromaquia creció rápidamente, incluso entre muchos indígenas que adoptaron además de su religión e idioma, el gusto por los toros.

La historia de la fiesta brava en México se divide en cinco etapas aproximadamente de veinte años cada una. La primera (1887-1925) consiste en los principios del toreo moderno; la segunda (1908-1925), el imperio de Rodolfo Gaona; la tercera (1925-1945), la época de oro del toreo mexicano y la quinta (1965-1983) comprende el toreo contemporáneo.

Actualmente la tauromaquia ya no es un negocio como lo era en esas épocas, en los estados taurinos de México, prácticamente funciona uno o dos meses por año y con  muy pocas figuras reconocidas realmente, de ahí la insistencia en las escuelas taurinas por crear “nuevos cuadros” para que llenen las plazas, ni siquiera para los ganaderos ya es negocio debido a  la crisis eterna de México.

El precio de un toro de lidia va en función de la oferta y la demanda. Existen diversos elementos que determinan el costo como su peso, edad, prestigio de la ganadería que lo vende y la plaza que lo comprará; sin embargo se puede decir que oscila entre 15 y 40 mil pesos. La empresa Espectáculos Taurinos de México es propietaria de las plazas más importantes de México.

Así, las cuatro organizaciones taurinas que existen en México, es decir, la de matadores de toros, subalternos –conformada por banderilleros y picadores-, la de ganaderos y la de empresarios, son quienes intentan dar las últimas patadas de ahogado para sostener estos espectáculos en el gusto de la gente, fiesta que en ataño fue fuente de inspiración para muchas manifestaciones artísticas, de ahí que erróneamente se llegara a creer que representaba cultura y tradición.

En este preámbulo, “Toros sí, Toreros No”, un libro de Rius, fue y sigue siendo muy atacado por los empresarios taurinos, vía los cronistas taurinos, que quieren seguir viviendo de los toros, en palabras del propio Rius. Este libro ha inspirado un Certamen bajo este mismo nombre, siendo el Congreso del Estado de Veracruz el primero en todo el país en ser la sede de éste en 2014; fueron los legisladores veracruzanos anfitriones de la premiación y del jurado dando la bienvenida a activistas de la talla de Patricio, Leonardo Anselmi, Natalia Parra y Movimiento Consciencia quien trajo el mensaje de congratulación por esta acción de la escritora y animalista Elena Poniatowska.

Precisamente el Certamen «Toros sí, Toreros No», de este año será internacional. Se espera un gran jurado formado por académicos, intelectuales y celebridades y nuevamente Veracruz que ha emprendido actividades legislativas en pro de los animales, por ejemplo la tipificación de maltrato animal en el Código Penal, será parte importante de este lanzamiento y proyecto internacional contra la abolición de la tauromaquia al recibir a intelectuales y a asociaciones protectoras de animales en el país para comentar este evento.

Queda claro pues, que la tauromaquia no representa arte ni cultura por eso el movimiento anti taurino ha logrado, con fuerza, erradicar esta práctica a lo largo de los años en la mayoría de países. La tauromaquia tampoco es algo que debe existir para que la raza del animal prevalezca, se ha demostrado que todas esas líneas discursivas de los taurinos son excusas para confundir a los pocos aficionados que les quedan y seguir teniendo ganancias gracias a torturar a un animal “bravo”, mutilarlo y desangrarlo hasta morir en condiciones de desventaja, algo contrario a los valores humanos que deberíamos practicar.

Más aún, detrás de este espectáculo bárbaro se encierra una crueldad; antes de salir, al toro lo han golpeado con costales para hacer manso al animal, le han limado los cuernos para dar ventaja al del torero, le han picado para desangrarlo y lo sacan por el túnel por el que verá por última vez la luz. Lo recibe entonces, una enardecida multitud, muchos que ni siquiera tienen para pagar la luz o el gas, pero tienen una necesidad incontrolada de pertenecer a una clase social alta a la que se cree les gusta esta tortura. 

La tortura pública del toro comienza con la primera estocada atravesándole la piel, el picador es ovacionado. Una y otra vez lo pican hasta que escurre la sangre por su piel, y después al siguiente acto; aparecen las banderillas, y una a una juega el torero a prenderlas a su cuerpo como si fuera un adorno, luego vienen las mutilaciones del rabo y las orejas, un martirio de largos quince minutos o más al que es sometido este noble y magnifico animal de campo.

Afortunadamente ya mucha gente está creando consciencia para no ser parte de esta industria y hoy por hoy se ven más plazas vacías que llenas, el movimiento anti taurino, compuesto en su mayoría por intelectuales,  ha hecho alrededor del mundo un trabajo ejemplar con resultados importantes, queda en México mucho por hacer, por ejemplo sensibilizar a los gobiernos para que se pronuncien mediante las leyes en contra de esta barbarie y de otras barbaries que implican el sufrimiento de los animales, como por ejemplo el embalse de toros en Tlacotalpan o las vaquilladas de la alcaldesa de Teocelo, ambos más que atraer un turismo real y no de borrachos, avergüenzan a Veracruz a nivel internacional dados los avances significativos que ya se han venido dando en el tema.

 

«Estoy tanto a favor de los derechos de los animales como a favor de los derechos humanos.» Abraham Lincoln.