Vie. Abr 19th, 2024
El ahijado, ¿un brujo mayor? O solo es otro actor más de la escenografía del ritual “magi-co”. (Foto | El Gran Kayman)
El ahijado, ¿un brujo mayor? O solo es otro actor más de la escenografía del ritual “magi-co”. (Foto | El Gran Kayman)

El Gran Kayman / Catemaco, Ver.—Vértice de una figura geométrica, cuyo espacio es cuna de nuestras sociedades prehispánicas que hizo florecer sus centros ceremoniales, recreando su cosmogonía y adorar deidades, donde aún puede encontrarse allí viva la presencia mística de la cultura Olmeca, Catemaco, es un espacio privilegiado donde la vegetación brota con su riqueza y variedad infinita.

Sopesa su grandioso pasado, sin descuidar sus orígenes y raíces, ni raigambre cultural, en un marco socio – histórico común que permite analizarlo en concierto hechizo – magia – religiosidad – misticismo – mito y verdad, que se encubrieron tras simbología que el cristianismo les proporcionó en su tiempo y que ha pervivido hasta hoy.

Prodigioso santuario ecológico en que se consolidó el mestizaje, con la mezcla de creencias que comparten con el temperamento festivo que hasta hoy, les caracteriza a su noble gente de una gran herencia natural y cultural.

El llamado de la primavera – invocación a Xochipílli y a las sagradas energías de los cuatro vientos, en el mismo lugar donde antiguamente se reconocía la presencia de la Diosa del Agua Nahualt, en la ribera este, del precioso lago Catemaco, donde la Virgen se manifestara y que hoy representa su vasto santuario cautivante, encantador.

Realmente embrujador, sí es cierto que hay magia en Catemaco.

En tiempos prehispánicos los Tequittqui o médicos indígenas, acudían a congregarse durante una época del año que iniciaba el Primer Viernes de Marzo y culminaba en equinoccio de la Primavera el 20 de marzo, donde además, realizaban rituales mediante danzas y el canto para invocar las energías mágicas de sus dioses que generalmente coincidían con fenómeno astronómicos.

Fueron los españoles quienes impusieron la mezcla del concepto bíblico de Satanás y por ello, asociados de la brujería, los hechizos, los chamanes, brujos, pociones, brebajes, y otros más.

La auténtica medicina mexicana basada en el conocimiento y cultivo de la energía divina que llena el universo mágico de Catemaco, degeneró por ello en curanderismo y brujería, la cual tiene un mercado muy especial entre personas, con una vida muy azarosa cuya forma de vivir está ligada con factores aleatorios.

Hoy en día, a pesar de los grandes descubrimientos científicos persisten las supercherías, falsas creencias desconocimiento de lo que el hombre ha fabricado a lo largo de su existencia lo que resulta una parodia de la realidad, un negocio complejo de ciertos “tío vivos” que han tratado de explotar en provecho propio la fe de la gente; sin dudar por ello de quienes cuentan con dones curativos relacionados con la herbolaria herencia natural que hasta nuestros días conservan el patrimonio de la medicina tradicional y popular.

¿El ahijado, charlatanería… mito o realidad?