Vie. Mar 29th, 2024

DESPEDIDO EN LA FISCALÍA POR CAPRICHO POLÍTICO 1

  • Miguel Ángel Hernández Molina, Fiscal Investigador en San Andrés Tuxtla, con 32 años de procurar justicia, fue acusado de operador panista, que no lo es, y el Oficial Mayor, Gerardo Mantecón Rojo, lo cesó
  • Se amparó ante un juez federal y Mantecón enfureció
  • También lo acusó por un examen de oposición que reprobó… pero un año antes
  • En la Fiscalía de Luis Ángel Bravo Contreras actúan con injusticia

 

Juan E. Flores Mateos (blog.expediente.mx).— “Me siento muy decepcionado. No me había visto en la necesidad de hacerlo público. Pero me da miento de lo que me puedan hacer. Es una investigación a modo lo que quieren hacer y yo no tengo dinero para librar un proceso de cárcel. Estoy desempleado, sin pensión, tengo estragos por poliomielitis, cosa que nunca me impidió hacer mi trabajo y la Fiscalía no me ha dado remuneración. Estoy viviendo con el dinero de la pensión de mi madre…

EI que habla es Miguel Ángel Hernández Molina, quien el 4 de julio de este año fue dado de baja por la Fiscalía General del Estado como Fiscal Investigador en San Andrés Tuxtla, Veracruz…

Él fungía ese puesto desde el 10 de noviembre de 2015, pero tiene 32 años laborando en el sistema de procuración de justicia estatal.

Un día entró a la oficina de sus superiores en San Andrés Tuxtla y quiso agradecer a sus jefes «todo el apoyo» mientras laboró ahí.

Pero lo tomaron a mal y lo llamaron malagradecido, sobre todo el Oficial Mayor de la Fiscalía, Gerardo Mantecón Rojo —quien desde hace tiempo es señalado por corrupción debido a la compra de unos departamentos de lujo en el Fraccionamiento EI Coyol— y quien le dijo que no podía permitirle irse a otro lado.

Después de ello, Hernández Molina llegó a su trabajo y le dijeron que lo echarían; encontraron, de manera mágica, que en el año de 2013 no había aprobado un examen de confianza cuando él fungía como agente del Ministerio Público en el poblado de Hueyapan de Ocampo.

“Yo me saqué de onda pues ¿cómo es que no me avisaron un mes después? ¿Cómo es que hasta

ahora se dieron cuenta? Además ¿Cómo es que alguien reprobado en examen de confianza tuvo después tres ascensos como yo los tuve? Además si eso fuera cierto, todo lo que yo hice esos tres años, Ia gente que yo detuve y a la que le dicté formal prisión se le debería invalidad el proceso” .espeta Hernández Molina.

Aunque un examen de confianza contiene la verificación de los siguientes elementos: bienes correspondientes al sueldo, pruebas sobre actividades ilícitas, pruebas psicométricos…

La razón por la que según los superiores, Miguelito, no lo pasó, fue ‘por ser conflictivo con los compañeros’ y porque eso ha beneficiado personalmente por el trabajo.

“Pero si ni carro tengo”, —dice el ex fiscal investigador ante ello—.

Hernández Molina cree que dicho capricho se debe a que en el poblado se le identifica como operador de panistas; cosa que niega, pues él, por su trabajo, dice que debe aprender a llevarse con todo mundo.

Sin embargo, cuando fue dado de baja el 4 de julio de este año lo hicieron sin indemnización, a pesar de haber servido al sistema de Ia procuración de justicia 32 años.

“Se enojaron más cuando metí un amparo federal una semana después. El caso está asentado por el Juzgado Cuarto de Distrito y en el Expediente 768/2O16. Hasta ahora el juez me negó la suspensión provisional por lo que nos vamos a ir hasta Ia suspensión definitiva. Como no tienen nada, andan buscando cualquier cosa para chingarme, pues así operan. He trabajado más de 30 años en esto” asegura, preocupado Hernández Molina.

Hernández Molina cuenta que cuando él tuvo que entregar su mesa dejó todo en orden. Pero que ya le avisaron, algunos compañeros, que llegó una visitadora. Éste encontró que no había hecho unas diligencias correspondientes como debía, como por ejemplo, no entregar una cadena de custodia sobre un decomiso de marihuana.

“Yo estoy seguro que entregué todo; hasta el Fiscal de Distrito me lo firmó. Él vio que todo estaba en orden; pero es bien fácil arrancar Ias hojas y decir que no hice las cosas como debía. Y es lo que están haciendo. Ahí sí me pueden chingar porque ahí yo tendrá responsabilidad penal y yo no quiero eso”, asegura Hernández Molina.

Cronología de sus servicios en el Ministerio Público.

Resulta paradójico que para el sistema de justicia alguien que desea defenderse legalmente se convierta en un enemigo personal; al menos así es como Hernández Molina se siente al respecto después de meter un amparo federal para defenderse de ese despido injustificado.

Decepcionado es Ia palabra que más menciona cuando habla sobre el sistema que lo crío y forjó y al que además, dice, él ayudó a cimentar.

“Tú puedes ir con quien sea, mucha gente sabe que yo le enseñé a muchos a ser agente del ministerio público, por eso la gente me quiere, me aprecia y la misma gente del sistema sabe que es una cochinada lo que me quieren hacer, sólo que ese apoyo no lo pueden hacer público porque el sistema también se iría contra ellos” dice Hernández Molina.

“Yo entré al Sistema de Justicia el 1 6 de febrero de 1 984. Empecé siendo conserje, el mandadero, como empezamos muchos, lo que llaman auxiliar administrativo. Hacía de todo. Yo entonces estaba en Coatzacoalcos estudiando el bachillerato y entré a la agencia Primera y Segunda del Ministerio Público que en aquel entonces eran las únicas y estaban en el mismo edificio”.

“La historia de Miguel Hernández Molina puede ser la historia de muchos que entraron al sistema de procuración de justicia local. Cuatro años de servicio eficiente le bastaron para relacionarse y que lo mandaran a Jáltipan para que fuera oficial secretario de un agente del Ministerio Público…

“Ese fue el puesto que Miguel Hernández realizó desde 1988 hasta el 2004; uno de los cargos más importantes para el viejo sistema inquisitorio e inquisitorio mixto. El que se encarga de redactar acuerdos, declaraciones, realizar inspecciones oculares, denuncias, demandas: todo lo que tiene que ver con papeleo…

“Es decir, el que solía hacer todo para que el agente del ministerio público sólo plasmara su firma, aunque a veces ni eso: pues cuenta que hay algunos agentes del ministerio público para los que trabajó que le confiaron imitar su firma para ahorrarles esa fatiga”.

Como oficial secretario estuvo en: 1988, Jáltipan; 1989, Acayucan; 1990-1991, Jáltipan; 1992, Tierra Blanca y desde el 94 hasta el 2004 en el puerto de Veracruz.

Y uno de sus grandes maestros fue el ex Subprocurador Juan Carlos Labourdette, quien apareció embolsado en el año 2009, un día después de que le incendiaron su casa.

“Con él ya no me fui a Tuxpan, cuando lo nombraron subprocurador en el 94 porque mi familia vivía en Coatza en ese entonces, además que no tenía Ia licenciatura terminada, ¿cómo me iba ir yo así?. recuerda Hernández Molina sobre ello.

Durante esos años en el que fue oficial secretario, Hernández Molina dejó trunca su carrera de derecho en la Universidad Veracruzana tres veces; además procreó dos hijos y retomó la carrera gracias al apoyo del sistema mismo, concluyéndola en el Centro de Estudios Superiores México en el 2004.

Sobre ello cuenta una anécdota: Él mandó una carta al subprocurador Marco Antonio Aguilar Yunes, ahora diputado federal, quien entonces era el encargado de la zona centro, agradeciéndole el apoyo para concluir sus estudios.

Días después viajo a Coatzacoalcos para estar con su familia. Entonces le entró una llamada, era un achichincle del subprocurador que le informó que su jefe deseaba verlo cuanto antes en su oficina.

Apenas había llegado a Coatzacoalcos, pero como Hernández Molina siempre anteponía su trabajo ante todo, viajó de regreso al puerto para verlo en su oficina a las seis. El subprocurador ya lo esperaba; era viernes, cuando él entró en Ia oficina lo abrazó como si se tratara de un hermano.

“Yo creí que había pasado algo malo, pues a nadie le llaman para darle noticias buenas. Pero no. Me felicitó por haber concluido, algo raro porque él solía ser muy elitista, a casi nadie saludaba mucho menos a los negritos, prietitos como yo. . .y me dijo que me iba a cambiar a Catemaco, porque entonces allá habían muchos problemas y él sabía que yo podría resolverlos… Yo le dije que estaba bien, que él era mi superior y que con todo gusto iba ir para allá”. Me dijo que había mucho que resolver allá.

Y cuando le pregunté de qué iba me respondió: — ¿Cómo que de qué cabrón?,,,. ¿No te acabas de titular? “Pues te vas de Agente de Ministerio Público”, es más, dijo, le ‘llamó a una secretaria y le pidió mi nombramiento, cuando escuché eso, vaya, yo quería besarle hasta los pies”.

A partir de ahí, Hernández Molina empezaría a forjar su carrera desde un escalón más arriba Para él, que nunca en su vida pensó siquiera tener un celular, le emocionaba la idea de su nuevo puesto.

Estuvo en Catemaco todo el 2005, atendiendo las órdenes correspondientes de sus superiores, lo regresaron a Veracruz hasta que un día de 2010 lo rebajaron a oficial secretario en Cosamaloapan.

Fue un año ajetreado: Tierra Blanca, Villa Isla hasta que Marcela Aguilera Landeta lo ascendió a Agente del Ministerio Público en Hueyapan de Ocampo en 201 1 . Luego lo nombraron Fiscal en Lerdo hasta que en noviembre de 2014 lo nombraron Fiscal Investigador en Ia ciudad de San Andrés, lugar en el que nunca imaginó pondría en peligro 32 años de servicio a Ia procuración de justicia estatal.

“Así qué al sistema no le sirvo, está bien. Pero que me paguen”

“Cuando yo trabajé había justicia. Nosotros encerramos al Picho Malpica, un verdadero malandrín. Robaba, secuestraba, extorsionaba. Lo encerramos 13 años a pesar de que tenía todo el respaldo del poder. Nosotros dimos con el asesino de aquel transportista en aquellos años en que Miguel Alemán traía su grupo, los Norteños, de Albino Quintero, el que no sé si te acuerdes que era hasta vecino del gobernador; yo le serví al sistema… y dicen que al sistema cuando ya no le sirves, te bota… está bien, pero por lo menos que me indemnicen, es mi derecho después de 32 años de servicio” reclama Hernández Molina.

Mientras trabajó en las agencias del ministerio público Ia vida de Hernández Molina circuló corno Ia de muchos de los peones del sistema de justicia: llena de expedientes, con poco tiempo para el contacto familiar o Ia diversión personal, bajos sueldos, mudanzas constantes de ciudad a ciudad ordenadas por superiores que se la viven buscando salir en las fotos políticas importantes, sobre todo si se trata del gobernador.

Para ello los funcionarios como Hernández Molina, con los años, deben desarrollar mucha paciencia, aprender cuándo es conveniente mirar o callar, aprender a saber cuál de sus decisiones podrían repercutirle personalmente así corno gestos propios y anteponer, ante todo, el arte de Ia obediencia.

Hernández Molina, por ejemplo, a pesar de sus tres ascensos siempre cobró su sueldo de oficial secretario: 7,200 pesos quincenales cuando a él, por Ley, le correspondían 10,500.

“Que pongas que ganaba eso y nunca me quejé… Me siento decepcionado porque siempre hice mi trabajo, hasta cuando me notificaron en Xalapa, me encontré a Robinson (Manzanilla) y él les reclamó a los que notifican, ¿por qué le hacen esto a Miguelito si a mí me consta que le ha servido al sistema?… es más, tú puedes ir allá, a San Andrés Tuxtla, y ellos saben que yo hice siempre mi chamba, por ejemplo, nunca esperé que Ias denuncias por desaparición se hicieran denuncia, yo actuaba antes, y a veces con dinero de mi propia bolsa, yo encontré a 19 personas desaparecidas, menores de edad, cuando estuve allá… siempre atendí a Ia gente con respeto porque me gusta mi trabajo, me apasiona, los escuché, hasta le evité denuncias por desaparición a Ia Fiscalía… porque yo no les decía lo que les decían otros compañeros… regrese en 48 horas, no, yo iba y los buscaba… te digo… en la agencia, a eso, le pusieron nombre… eI Protocolo Molina… ve y pregunta y verás que no te estoy mintiendo” dice Hernández Molina.

Sin embargo, esos 32 años fueron echados a Ia basura por ese examen de confianza que al parecer no existe porque ni siquiera fue presentado como prueba por Ia parte acusadora, es decir, sus superiores.

Hernández Molina ahora se dedica a litigar. Le caen asuntitos y hace corresponsalías en Coatzacoalcos, donde reside. Espera Ia resolución del amparo para poder comprarse no sólo las medicinas que necesita para su pierna, sino para dejar de hacer lo que ha estado haciendo y nunca en su vida se había permitido: vivir de la pensión de su mamá.

Afortunadamente para él los cursos que Ia Fiscalía General del Estado le dio para capacitación le han dado herramientas para saber cómo opera el nuevo sistema de justicia penal acusatoria que entró en vigor en todo el estado completamente, hace unos meses de este año.

Sin embargo, Hernández Molina, aunque confiado de que todas las pruebas están a su favor, no deja mostrar el miedo a la operatividad del sistema que se ha vuelto experto en fabricación de culpables y también, creador de guiones prometedores y extraordinarios dignos de fans de la ciencia ficción.

“Aunque el juez dijo que nos fuéramos a la suspensión definitiva, lo que sí es cierto, es que ahora no tienen nada. Y mis compañeros me lo dicen, los hice enojar porque me amparé… pero estoy en mi derecho de hacerlo, y aunque los amigos que he hecho en esto dicen que no me deje, y no lo estoy haciendo, te digo, aunque sé que yo estoy limpio, tengo miedo porque ellos saben cómo chingarte y quiero anticiparme a eso, quiero que Ia gente sepa que el sistema al que le serví me quiere hacerte una cochinada…”