La necesidad del hombre y su arrogancia
acabará por destruir lo que tenemos
pues depreda y con suma tolerancia
lo dejamos, después nos lloraremos.
Hay un grave desprecio a los valores,
todo marcha según la conveniencia.
Con dinero se cubren los errores
y de engaños se nutre la indolencia.
Si sabemos que el hábitat tuxtleco
declarado fue zona protegida,
¿Por qué, entonces, dejamos que algo chueco
lo destruya y no hay nadie que lo impida?
Despreciable será quien no defienda
lo que Dios nos dejara como herencia,
por cobarde, o quizá porque no entienda
que un erial dejará a su descendencia.
Pablo B. Pineda Cortés / Abril 18-2014.