Vie. Abr 19th, 2024

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AGENCIAS

TLAQUEPAQUE, JAL.

 

La amputación de los 4 jóvenes realizada por el CJNG fue bajo un proceso casi quirúrgico, pero con señales del narco, fue como desarticularon 12 manos a un grupo de jóvenes acusados de ser presuntos delincuentes. No les inyectaron anestesia, lo cual sorprendió al personal médico que atendió el caso. “Quien se los hizo sabía algo de anatomía a pesar de lo grotesco. Se libraron de morir de un choque neurogénico por el dolor”, explican.

Las amputaciones no las realizaron en ningún hospital con gasas o equipo especializado, pero sí en una casa de seguridad de Tlaquepaque, Jalisco, aplicando conocimientos básicos de medicina con la finalidad de dejarlos vivos. El alambre que rodeaba las manos era una suerte de torniquete para frenar el sangrado.

Entre otras cosas, les tatuaron la piel: “Soy ratero”. Cuando las víctimas despertaron no tenían conciencia de lo sucedido, hasta que los policías los encontraron tirados y amordazados en una de las calles del pueblo mágico jalisciense. Estaban desesperados, tanto que el personal médico contempló la posibilidad de una cirugía para unirlas. Pero era tarde.

El acto se adjudicó a la “justicia ciudadana” inicialmente, firmada en una cartulina como “Élite antiratas” (sic), el pasado 17 de octubre, aunque después el fiscal Eduardo Almaguer declaró que se trataba de un ajuste por drogas.

Las amputaciones no parecían haber sido realizadas por inexpertos, como sí lo fue en Ayotlán el 29 de enero pasado, donde lincharon a un sujeto hasta la muerte, le cortaron las manos y lo colgaron de un árbol. Aun así, la Fiscalía General del Estado (FGE) no abonó detalles.

Esta historia comenzó días atrás, cuando un “jefe de oficinas” del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) ordenó el rapto de 12 personas, las cuales conformaban una célula de narcomenudeo de la organización. Beto, una fuente cercana al caso que pide el anonimato, explica que durante meses las víctimas de mutilación no liquidaron lo que debían al cártel. El varón asesinado, Rafael Jiménez, de 29 años, era supuestamente el líder. De los otros seis deudores sustraídos no se reportan datos en días posteriores.

La historia tiene un contexto: la entrada de Los Ántrax a Jalisco, un brazo armado del Cártel de Sinaloa que disputó con alrededor de 60 gatilleros tras la fuga de El Chapo Guzmán el 11 de julio de 2015. Por esa razón las “oficinas” se concentraron en defenderse y no cobraron por un tiempo a las narcotienditas. Una vez calmadas las aguas por la recaptura, los hampones dieron un plazo a los traficantes para que pagaran, pero no se cumplió. Las manos amputadas fueron la advertencia interna a todos los subordinados.

La atención del mundo —como cuando fue derribado el helicóptero militar mexicano Cougar EC725 el 1 de mayo de 2015—, se centró una vez más en el estado gobernado por el priísta Aristóteles Sandoval. Y nuevamente el motivo fue el CJNG.