Jue. Mar 28th, 2024

 

  • Existen casos de niños de tres o cuatro años con grados importantes de esa anomalía, alertó Óscar Ramos Montes, académico de la UNAM

 

 

BOLETÍN UNAM-DGCS /

CIUDAD UNIVERSITARIA. –

 

En el mundo, cerca del 80 por ciento de los niños sufre algún tipo de error refractivo, como miopía (visión corta), hiperopía (hipermetropía), astigmatismo o presbicia. Además, se estima que para el año 2025 prácticamente 90 por ciento de la población joven que tiene actividades de visión cercana, así como niños, tendrán una de esas condiciones; de ese porcentaje, cerca del 70 por ciento tendrá miopía, debido básicamente al incremento en el uso de aparatos electrónicos y dispositivos móviles.

En términos generales, explicó Óscar Antonio Ramos Montes, jefe de la carrera de Optometría de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, son condiciones genéticas, es decir, se nace con ellas; sin embargo, aunque estas afecciones tienen ese componente, su desarrollo es multifactorial y por ello es importante atenderlas a tiempo.

 

Niños, con grados avanzados de miopía

 

Anteriormente se creía que la miopía se desarrollaba al entrar a la escuela, cuando se empezaba a leer y escribir. “Hoy podemos encontrar a pequeños de tres o cuatro años con grados significativos de esa anomalía”.

En la carrera de Optometría hemos trabajado con población del sur y sureste del país, y hemos encontrado a niños con miopía desarrollada, de cinco a 10 dioptrías, cuyas edades no rebasan los cinco años, remarcó.

Ramos Montes mencionó que un padre puede identificar si su hijo tiene un error refractivo cuando constantemente tiene los ojos rojos, cansancio y dolor de cabeza por el esfuerzo de ver un objeto de lejos o de cerca.

También, abundó, si frente al televisor o al usar algún dispositivo electrónico el pequeño inclina la cabeza, es probable que lo haga porque le es incómodo tenerlos de frente para mirar bien y, por lo tanto, adopta una posición compensadora.

Otras señales de alarma son: entrecerrar los ojos para enfocar un objeto, acercar demasiado los cuadernos y libros para leer y escribir, y el lagrimeo, que se produce por el esfuerzo.

Cuando se sospecha de un problema visual, se debe acudir con un especialista en optometría, quien determinará un tratamiento con lentes correctores o la remisión con el oftalmólogo, resaltó.

Normalmente, un niño tiene entre una o dos dioptrías, pero si no se trata a tiempo es probable que evoluciones hasta un 50 por ciento, lo que aumentará gradualmente con el crecimiento, pues entre más alto sea el esfuerzo visual, más se desarrollará su condición.

El académico universitario consideró importante que los pequeños se acostumbren a usar sus lentes e informarles de la importancia que tienen, pues los errores refractivos también influyen en el desarrollo de su cara y mantener tensos los párpados puede producir deformaciones en la córnea.

Finalmente, recomendó disminuir al máximo el uso de aditamentos electrónicos o dispositivos móviles para evitar profundizar el problema.