Lun. Dic 4th, 2023

El Sindicalismo Mexicano

¿Qué es y para qué sirve un sindicato? Una definición más o menos genérica sería la de una asociación de trabajadores cuyo fin es mejorar las condiciones económicas y sociales de éstos y salvaguardar sus legítimos intereses. Teóricamente el sindicato representa los intereses de sus afiliados, negociando con el patrón el salario y las condiciones laborales. Los primeros sindicatos se crearon en Europa occidental y en los Estados Unidos a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX.

El objetivo primordial del sindicalismo mexicano es respaldar a los trabajadores de la rapacidad de los patrones; sin embargo, en nuestro país el sindicalismo es percibido por la ciudadanía como organizaciones encabezadas por dirigentes corruptos, que solapan la ineficiencia de sus agremiados, casi siempre en contubernio con el régimen y con empresarios que se aprovechan del charrismo sindical, definidos éstos como representantes del patrón ante los trabajadores y no al revés, aprovechándose de sus agremiados para mostrar fortalezas y negociar privilegios.

El sindicalismo, con sus honrosas excepciones, es un corporativo en beneficio de líderes corruptos, de tráfico de influencias, de mucho dinero para los comités ejecutivos, dinero no sujeto a fiscalización.

El sindicalismo mexicano dista mucho de ser para lo que en un principio fue creado. ¿Quiénes corrompieron a los sindicatos en México?, aquí no hay duda alguna, fue el poder político representado por el PRI, con la anuencia, por convicción o temor, de empresarios transas y timoratos.

Actualmente muchos sindicatos, sobre todo los más grandes, han terminado por convertirse en gestores de irresponsabilidades, en defensores de una absurda división y especialización del trabajo que aporta toda clase de coartadas para defender a personas impuntuales y faltistas. El buen trabajador poco requiere de intervenciones sindicales, si acaso para trámites administrativos de cláusulas que de todos modos son su derecho.

Durante décadas, los sindicatos en México funcionaron como extensiones del gobierno para controlar a los trabajadores. Los todopoderosos Presidentes de la República emanados del PRI, partido, que gobernó a México por más de 70 años, quitaban y ponían líderes sindicales a voluntad, luego otorgaban dinero y favores políticos para mantener a los sindicatos generando millones de votos laborales. Hasta nuestras fechas esas costumbres persisten teniendo el ejemplo más significativo en la persona de Elba Esther Gordillo, lideresa vitalicia que representa al sindicato que agrupa al mayor número de agremiados en toda América Latina como lo es el SNTE.

La lucha como la que hoy se vive con el sindicato de Luz y Fuerza del Centro, se ha repetido a lo largo de la historia, por ejemplo: Lázaro Cárdenas contra Luis N. Morones, quién fuera el primer líder sindical, señalado por el General Cárdenas casi como un gangster, fue fundador de la mítica Confederación Revolucionaria Obrera Mexicana (CROM) y adquirió y dio gran poder al gobierno de Plutarco Elías Calles.

Adolfo López Mateos contra Demetrio Vallejo, considerado preso político y estandarte de los estudiantes en el movimiento de 1968, Vallejo era el líder de los obreros ferrocarrileros.

Carlos Salinas contra  “La Quina”, en México se volvió parte del idioma de la política: “el quinazo”, como se le llama a un golpe político contra un líder del poderoso sindicato petrolero. O qué decir de Carlos Jongitud Barrio, poderosísimo líder sindical del SNTE, fue el líder antecesor de la líder magisterial Elba Esther Gordillo y sucesor de Manuel Sánchez Vite. Fue gobernador, diputado, líder del Congreso del Trabajo y también líder vitalicio del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), como ahora lo es Elba Esther Gordillo.

Vicente Fox contra Napoleón Gómez Urrutia, líder del sindicato minero, heredero del puesto de Napoleón Gómez Sada. Actualmente se encuentra en Canadá y es buscado por la Interpol por presunto desvío de 55 millones de dólares.

Felipe Calderón contra Martín Esparza, quién el 16 de junio comenzó la votación interna en el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) para renovar 13 carteras, entre éstas la de él mismo, se dijo que la votación estaba abierta para 43 mil trabajadores sindicalizados activos y 22 mil jubilados. Contendieron la Planilla Verde, Unidad y Democracia Sindical, encabezada por Martín Esparza y cuyos simpatizantes acusaron al gobierno federal de «meter las manos en el proceso» y apoyar a Alejandro Muñoz quien encabezó la Planilla Naranja, Transparencia Sindical. Muñoz basó su campaña en las acusaciones en contra de Esparza por enriquecimiento ilícito. Una historia que habremos de seguir observando, pero nos debemos preguntar, ¿Si Alejandro Muñoz hubiera sido respaldado para ser el Secretario General del SME, el presidente Calderón hubiera decretado la extinción de este sindicato o lo respaldaría y solaparía como solapa a la dirigente vitalicia del SNTE. ¿Usted qué opina?
alfredotress04@yahoo.com