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Jun 23, 2018
  • Encuestas que matan
  • Veda electoral, socavada por Yunes

Llegó la cuenta regresiva para Veracruz y el país. La hora de las grandes decisiones está por escribirse en una entidad convulsionada y colapsada por un gobierno cleptócrata.

Las campañas proselitistas llegarán a su fin el próximo 27 de junio. En la medianoche del 1 de julio —si no se sueltan los demonios o el tigre—, la sociedad civil y ciudadanos de a pie seremos testigos del próximo candidato ganador a la gubernatura de Veracruz.

Los panegiristas y partidarios de los candidatos a la gubernatura hacen cuentas, malabares y artilugios, apostando que todo terminará irremediablemente en los máximos tribunales del país porque será una elección de tercios.

¿Habrá un claro ganador en la medianoche del 1 de julio para ocupar el despacho principal de Palacio de Gobierno? No, definitivamente, no. Según las pocas encuestas serías de dos o tres firmas encuestadoras que han realizado en Veracruz, evalúan que la lucha real por la gubernatura se está dando entre dos coaliciones: PAN-PRD y Morena-PT-PES.

Esta versión, de acuerdo con los últimos exámenes demoscópicos de la firma Opinión Pública, muestra la percepción favorable que tiene el electorado sobre los candidatos a la gubernatura. Los claroscuros contarán el día de los comicios.

Por un lado, Miguel Ángel Yunes Márquez —el mismo que habla y se comporta como un jeque por la herencia que pretende heredarle su padre, el góber de las mil promesas—, y el catedrático universitario, Cuitláhuac García Jiménez, que podría arrasar en Veracruz por el efecto Obrador.

Y tercer lugar, en la penúltima semana, continuaba ubicándose el candidato de la coalición del PRI-PVEM, Pepe Yunes Zorrilla. El priista ha tenido que navegar a contracorriente, contra viento y marea, desafiando los avatares y vendavales.

Carga sobre sus espaldas, demasiadas piedras del Duartegate, el sello de la corrupción de una gran parte de sus correligionarios que avalaron el desfondamiento de las arcas públicas y el colapso de las instituciones sin que movieran un dedo —hoy varios de ellos son candidatos a un escaño en el Congreso de la Unión y a la Legislatura local— y los emblemáticos expedientes de enriquecimiento del presidente EPN.

Prácticamente hay un juicio sumario del imaginario colectivo de Veracruz y el país que ya juzgó y sentenció al exgobernador Javier Duarte y a su pandilla de vivales por dejar en bancarrota al estado, así como al propio presidente EPN por los males endémicos que deja al país.

Todas estas perlas que carga el PRI y el candidato presidencial que ha quedado evidenciado en su tránsito por secretarías de estado, por los casos singulares de corrupción de Odebrecht y Etileno Siglo XXI, no le han permitido a Pepe Yunes desvincular su retórica de los pecados y vicios mundanos que cometieron una cofradía de personeros del gobierno duartista y de la cúpula estatal del PRI.

Las pocas encuestas que se han levantado en Veracruz, por compañías profesionales que llevan las encuestas presidenciales —no han faltado, por supuesto, las apócrifas, inducidas o las tipo “patito”—, han colocado desde el principio de campaña como puntero al candidato de Morena, Cuitláhuac García.

Pero esto no significa que vaya a ganar la elección. Las encuestas son un acercamiento al día de los comicios de cómo podrían quedar los resultados preliminares, no totales. Esto puede variar al tercer día de las elecciones, en el cómputo para gobernador o en los tribunales si el resultado es por una décima.

¿Las encuestas matan? Depende de varios factores demoscópicos. Un caso ejemplar es el propio Andrés Manuel López Obrador, el candidato presidencial de la coalición de Morena-PT-PES. Según la última evaluación que hizo este jueves 21 de junio, la firma Oraculus.mx, lleva de ventaja sobre el segundo lugar de Anaya, 23 puntos.

¿Qué significa? Según los encuestólogos, sí Obrador se mantiene con el mismo porcentaje para el día de los comicios, o al menos que ocurra un tsunami o un terremoto, su victoria será arrolladora, por doble partida en el Congreso de la Unión.

Los estudios metodológicos no mienten. ¿Y qué pasará en Veracruz? Si en realidad, Pepe Yunes, logró impactar con sus propuestas a los demandantes electores y aparece ese 10 por ciento de puntos que mantiene oculto el tricolor, según su búnker, entonces Pepe será la sorpresa de la triada y será el puntero y ganador de la contienda.

Hasta ahora el escenario, de acuerdo con el pulso de los analistas, marca un empate. El ganador estaría ventilándose entre Cuitláhuac García y el jeque y junior Miguel Ángel, quien ha contado con todo el apoyo de su padre gobernador para que gane la elección a cualquier precio y a cualquier costo, ante un árbitro electoral complaciente y timorato.

Ante este epílogo, los tres candidatos —la cuarta del PANAL, Judith González Sheridan, una tramoya creada por el bienio aliancista para enlodar a Morena y a Cuitláhuac—, si la votación, el porcentaje de votos está muy reñida para los tres o dos, el caso se irá a los tribunales y será hasta diciembre cuando se tenga el dictamen final del ganador absoluto de la contienda.

¡Hay de encuestas a encuestas que matan y encuestas apócrifas! ¡Cuidado con los fake news!

Ha pasado un año y medio desde que asumió el poder el  góber aliancista y la narcoviolencia en Veracruz no cesa.

Las ejecuciones, desapariciones forzadas, el secuestro, cobro de piso y robo con violencia son el ‘coco’ de la sociedad veracruzana  ante un estado disfuncional.

Los múltiples agravios que cometió la cofradía de la clase política priista en complicidad abyecta con los entonces partidos de oposición, no han sido subsanados, reparados y pagados por el góber aliancista.

En campaña, el góber de las mil promesas ofreció el oro y el moro para acabar con la narcoviolencia que es el azote de la vapuleada sociedad civil y ciudadanos de a pie, resarcir los dineros públicos a las arcas del gobierno estatal, cubrir el rezago de pagos a los proveedores en general y un largo  etcétera, etcétera…

Pero el góber alquimista – el que transforma la inseguridad en seguridad, por  decir algunos de sus malabares-, el que convierte el cobre en oro, el que multiplica los peces para su reino, se ha convertido en un singular camaleón que asombra a los más picudos seguidores de Sherlock Holmes.

Pasándose por el arco del triunfo la veda electoral y al árbitro electoral, que se hace de la vista gorda para sacarle tarjeta roja, el góber con el poder metaconstitucional que le conceden los contrapesos legales, se convierte en puntual policía, fiscal, juez y periodista.

Pagó de los recursos de los contribuyentes la polémica investigación acuciosa a un particular para que ubicará ipso facto a la controvertida cónyuge de Javier Duarte, en Inglaterra, cuando la pesquisa correspondía hacerlo a la fiscalía general del estado.

Pero como se ha arropado de todas  las facultades, al viejo estilo de Luis XIV, o si se quiere  del propio Javier Duarte,  su mensajero, no la fiscalía, logró dar con el cómodo paradero de la exprimera dama del estado, Karime Macías de Duarte, que de antemano ella misma comunicó que se refugiaría en la capital londinense

Gracias a su labor investigadora, que cualquier seguidor de Sherlock Holmes se quedaría perplejo,  el gobierno de su Majestad, Inglaterra, dio trámite a la solicitud de exilio político a la desprestigiada  Karime Macías, por el agravante delito de «persecución política» que deberá discutir el gobierno inglés en los próximos meses.

No conforme con ello y pisoteando la veda electoral, viajó al vecino país del norte que gobierna el fascista Donald Trump, para certificar la entrega de bienes confiscados al exgóber Javier Duarte.

Y la narcoviolencia en Veracruz, el desempleo, la planta productiva colapsada, el mega fraude a los empresarios y la incertidumbre de la sociedad civil y ciudadanos de a pie, ¿Quién lo resuelve?  ¿Por qué hasta ahora no ha resuelto los problemas sensibles de Veracruz?

Y la promesa de que en seis meses se resolvería la inseguridad pública y de que un militar estaría a cargo de la lucha anticrimen, ¿Dónde quedaron? ¿Populista dadivoso? El arribo del político que cimbraría al país y a Veracruz, sólo provocó una mayor polarización, exacerbación y encono de la sociedad civil.

El cambio en Veracruz fue un salto hacia atrás. El absolutismo llegó para engendrar odios, divisionismo y una lucha sórdida para acabar con los que disienten del poder público.

¡Este es el cambio! Veracruz tiene su propio Trump.