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Oct 13, 2018
  • A dos años de cuando duarte pidió licencia

Hay que ser bastante caradura para decir con toda desvergüenza “no pago aguinaldos y háganle como quieran”.
–Chopenjawer

Lo que se presenta a continuación es un fragmento del trabajo “EL DÍA QUE EL PRI SE FUE AL CARAJO”, que es parte del libro colectivo “El Naufragio Electoral”, donde varios periodistas veracruzanos hicieron análisis de los hechos entonces recientes en temas político-electorales.

En este fragmento, subtitulado dentro de la narrativa como “EL BUNKER” y “LAS PATADAS DE AHOGADO. DUARTE PIDE LICENCIA Y HUYE”, quien esto escribe narra ese día cuando el ex gobernador, hoy internado en la cárcel con sentencia de 9 años, pidió licencia a nivel nacional e inmediatamente emprendió la huida, que se supone no haría. A continuación, se presenta parte de la obra:

EL BUNKER

Obstinado en todavía dar la batalla contra Yunes Linares y por cerrar decorosamente su sexenio, el gobernador Duarte se reunía en ocasiones junto a colaboradores cercanos: el fiscal general Luis Ángel Bravo Contreras (amigo de su juventud); el secretario de Gobierno, Flavino Ríos Alvarado; el de Seguridad Pública, Nabor Nava; a veces el diputado Adolfo Mota Hernández, entre otros.

Pero también sostenía reuniones con amigos personales como la ocurrida en agosto de 2016 en la Torre Pelícano, donde Duarte departía con un grupo de personas, entre ellas una con acento español; en aquella ocasión solicitó que estuviésemos presentes para la redacción de un boletín que se emitiría horas después; el mismo Duarte redactó dicho texto y quien esto escribe le hizo algunas correcciones.

El departamento de lujo estaba adaptado de tal manera que era una residencia alterna para el mandatario. En el estacionamiento, se observaban varias camionetas blindadas y un par de patrullas con policías uniformados. En la planta baja, una veintena de guardaespaldas vestidos de civil controlaba el acceso desde el lobby.

Al interior llamaba la atención la colección de arte en cuadros y esculturas que adornaban el lugar. Lo más llamativo era una cava climatizada con puertas de cristal donde se apreciaban vinos y licores, así como algunas cajas de habanos. En el comedor, los amigos de Duarte y el propio gobernador, a las carcajadas; aunque Duarte se veía algo serio, teniendo entre sus manos un mantel de tela haciéndole dobleces. (Una de las manías era que necesitaba tener algo en las manos para controlar la ansiedad. En actos públicos se pedía que tuviera cerca clips para poder desdoblar, y muchos pueden atestiguar que hasta desmoronaba servilletas).

Duarte, a pesar de estar entre amigos cercanos, tenía un semblante de que algo no encajaba en el ambiente. De hecho, a nuestro arribo se mantuvo callado, escuchando las bromas de los presentes, pero no con el ánimo propiamente fiestero.

Otro de los lugares en que Duarte de Ochoa se reunía eran sus oficinas en el aeropuerto de Xalapa. Ahí en al menos un par de ocasiones estuvimos para la misma tarea junto al primer círculo del palacio de gobierno: redacción de mensajes bajo la directa supervisión del gobernador, como fue el mensaje post elecciones y el boletín referente a tres cuerpos descuartizados de estudiantes.

En esa última reunión a la que acudimos, Duarte estaba desencajado. Sabía que estos ejecutados se sumarían a la larga lista de muertos que tenía en su administración. Comentó que si había protesta de los estudiantes, probablemente le iban a pedir su licencia desde la Secretaría de Gobernación, pero el asuntó no cobró mayor fuerza.

“Ya estoy muy desgastado”, expresó en tono humillado y serio.

LAS PATADAS DE AHOGADO. DUARTE PIDE LICENCIA Y HUYE.

Derrotado, con sendas acusaciones encima y los señalamientos de haber sido el peor gobernador en la historia de Veracruz, Duarte de Ochoa todavía daba la pelea contra Yunes Linares y lo denunció tanto en la PGR como en la Fiscalía General del Estado.

En la primera denuncia realizada en la Fiscalía, tuvo declaraciones en los medios de comunicación locales a los que se había invitado. En su posterior ampliación, se pidió que no se convocara a medios y se tuviera sólo un equipo de Comunicación Social para grabar al gobernador; Duarte salió tranquilo bajo un discreto operativo. Era agosto de 2016.

Otra actividad relevante –que fue quizás el último acto público notable de Duarte en Veracruz– fueron los del grito del 16 de septiembre, en la Plaza Lerdo. En los ensayos, Duarte de Ochoa apareció sólo una vez en compañía de su esposa e hijos para hacer el recorrido por los pasillos, mientras en la Plaza Lerdo, frente al Palacio de Gobierno, bailaban desnudos los campesinos de los 400 Pueblos, quienes coreaban los “¡Viva!” de práctica. Algo verdaderamente surrealista.

El día del Grito de Independencia, algunos comentaron que había menos gente que en otras fechas y de hecho tardó en llenarse la plaza principal de Xalapa, pero finalmente llegaron los xalapeños a disfrutar de los fuegos artificiales y el concierto gratuito. Los gritos de protesta fueron pocos, aunque en la Secretaría de Gobierno optaron por tener un audio de multitud grabada para opacar rechiflas. Al día siguiente, el desfile cívico-militar transcurrió de manera normal, pero ya no con invitados especiales ni gente de alta sociedad que regularmente ocupaba los espacios en los balcones del Palacio de Gobierno. Tampoco se instaló presídium al pie del palacio, al ras de la calle.

Así pasaron los días, y los amigos de Duarte manejaban la versión de que Yunes Linares no llegaría a la gubernatura por intervención de Peña Nieto. Era algo así como un rayito de esperanza entre lo que era ya un escenario insostenible.

Existe una versión de que efectivamente había la posibilidad de que la elección en Veracruz fuese anulada, pero no por ayudar a Duarte, sino porque fue muy doloroso para el PRI haber perdido uno de los bastiones más importantes históricamente. No por nada, la reacción virulenta de Yunes Linares el 12 de octubre de 2016, cuando salió a la palestra para dar un mensaje diciendo que no lo querían dejar llegar a la gubernatura porque tenía una información que “cimbraría a México”.

Ese mismo 12 de octubre de 2016, muy temprano en el noticiero de Carlos Loret de Mola –un día inesperado y sin indicación alguna en la Coordinación de Comunicación Social para estar pendiente– por las noticias nacionales nos enterábamos que Javier Duarte de Ochoa solicitaba licencia al cargo de gobernador del estado de Veracruz.

Ese día habíamos viajado a la Ciudad de México pero para ver a The Who, que hacía su primera presentación en el país… Y pues era imposible (sí, imposible, dije) regresarse a Xalapa a trabajar si Roger Daltrey, Pete Townshend y compañía iba a estar tocando en el Palacio de los Deportes, además de que el permiso ya estaba dado. Por la medianoche, quien tomó protesta como gobernador interino sería el secretario de Gobierno, Flavino Ríos Alvarado.

Otra versión en los pasillos del palacio era en el sentido de que Duarte efectivamente pedía licencia a condición de que la elección en Veracruz fuese anulada, y por eso salió tan desafiante en el noticiero matutino de Carlos Loret de Mola para asegurar que no huiría de Veracruz y enfrentaría las acusaciones… El resto de la historia, ya lo sabe… Pura baba de perico.

NOTA PARA PEGAR EN EL REFRI: Que seriedad puede haber en la Procuraduría del DIF de Banderilla, que cuando piden asesoría madres de familia en situación de desamparo, inmediatamente le pasan el chisme al cónyuge rompiendo con la secrecía del caso. Lamentable.

OTRA NOTA: El gobernador electo, Cuitláhuac García Jiménez anunció a la Doctora, Waltraud Martínez Olvera como la próxima Jefa de Oficina de Programa de Gobierno y la primera mujer en este cargo en la historia de Veracruz. Al tiempo que sumó a su Gabinete a la maestra Silvia Alejandre Prado, con la tarea principal de conformar la Secretaría de Cultura que tendrá sede en la Perla del Papaloapan, Tlacotalpan.

LA ÚLTIMA PORQUE ES VIERNES: Y luego del desmadrito que se trajeron con lo del basurero… ¿Ya tiene el ayuntamiento de Xalapa un plan en lo que acaba el permiso temporal del cierre de El Tronconal? Porque a final de cuentas sólo fue un paliativo a un problema de mayores dimensiones.