La tarde, sumergida en mi tristeza
me llena de recuerdos la memoria
y lloro, reclinando la cabeza
pensando en ese amor que fue mi gloria.
Revivo, por mi mal, aquellos días
felices del amor que nos tuvimos
y lleno de infeliz melancolía
añoro los instantes que vivimos.
Me invade un gran dolor tenso y callado
que corre como fuego por mis venas
y pienso que si todo me has quitado
amor, ¿Por qué me dejas solo penas?
La dicha que gocé fue pasajera,
radiante a no dudar y sin embargo
así, como la brisa, fue ligera
dejándome el resabio de lo amargo.
¿Por qué si he conocido el paraíso
hoy tengo que vivir en el infierno?
¡Amor mírame bien lo que me hizo
pensar que para mí sería eterno!
Te ungí con las caricias más sinceras
envuelto en la ilusión que me inspirabas
pidiendo solamente que eme hicieras
soñar cuando con ansias me estrechabas.
Más tú de mi existencia te alegabas
jurando que jamás me buscarías
¡Amor dime porque me ilusionaste
si luego este dolor me causaría!
Te di todo mi ser, y en mi agonía,
así como la tarde muere en calma,
te dejo entre suspiros… ¡vida mía!,
el cofre del recuerdo con mi alma.