Vie. May 3rd, 2024

Enemigos, enemigos…

Pero el pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara. Esdras 4:4.

Judá tenía una misión delante de sí: edificar el Templo, que había sido destruido por los invasores y se encontraba en escombros. A Dios no le gusta ver nada en escombros: cuando la Creación salió de sus manos, era “buena en gran manera”. Pero, luego apareció el enemigo y desfiguró la creación; desde aquel día, ha estado arruinando todas las cosas buenas.

En los tiempos de Judá, se presentó en la forma de ejército babilónico y llevó cautivo al pueblo. Dejó en escombros la ciudad y el Templo. El Templo, en aquellos días, era símbolo de la presencia de Dios. Él había dispuesto: “Y me harán un santuario y yo habitaré en medio de ellos”. El santuario, en escombros, simbolizaba la falta de la presencia de Dios en medio de su pueblo.

Dios nunca está conforme cuando su pueblo vaga, errante, sin él. Por eso, envió a Nehemías: su misión era reconstruir la ciudad y el Templo. Pero el enemigo no estaba satisfecho con eso. Entonces, sucedió lo que narra el texto de hoy.

El enemigo entró en el corazón del pueblo de aquella tierra, y trató de atemorizar al pueblo de Dios, con la intención de que el Templo no fuese reconstruido.

¿Qué es lo que necesita ser reconstruido en tu vida? ¿Un sueño marchitado por el tiempo? ‘Tu vida profesional, destruida por una insensatez? ¿Tu hogar? ¿Tus valores y principios? Ten en cuenta que la reconstrucción no es una tarea fácil. Destruir sí lo es: basta tomar un mazo y dar golpes a diestra y siniestra; no requiere de habilidad ni de preparación, sólo es necesario golpear.

Reconstruir es diferente. Requiere de habilidad, paciencia, persistencia y valor. Los enemigos aparecerán. Te criticarán; dirán que estas desperdiciando el tiempo y que jamás logrará tus objetivos.

Pero, a pesar de eso, es necesario seguir adelante. Nada puede detenerte, si colocas tu vida y tus proyectos en las manos de Dios.

Por eso hoy, sal decidido a reconstruir aquello que el pecado ha destruido. Sueña, sueña alto. ¡No te conforme con poco! Fuiste colocada y colocado por Dios, en este mundo, para ser un reconstructor de vidas y en esa misión, no estás sólo; el Señor está contigo.

Pero, recuérdate: “El pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificará”.