Tú me diste un furtivo beso que apenas
rozó con su aliento mi aliento febril
quemando mis ansias, quemando mis penas
como el sol ardiente de mayo y abril.
Después te alejaste, como si al instante
tus labios tuviesen temor de pecar
y desde aquel día, tan grato y distante,
tu beso furtivo no puedo olvidar.
EVOCACIÓN
Deja, mujer, que alucinado lleve
tu imagen para siempre en mi memoria
y sienta, al evocarte, de la gloria
el beso, aquel primero que se atreve.
Que en medio del dolor que me conmueve
reviva, el pasado, aquella historia,
y vibre nuevamente con la euforia
de aquel primer romance tierno y breve.
Déjame recordar cuando al conjuro
de un beso, el corazón, entonces puro
te amó como jamás nadie lo hiciera.
Y ven de nuevo a mi alma adolorida
que sucia en el pecado de la vida
evoca el primer beso que te diera.
Pablo B. Pineda Cortés / 1988.