“Colón no es responsable del destino de nuestra RAZA”
La histórica expedición se alejaba de tierras europeas hacia los incierto y desconocido.
En mar peligroso, de aguas raras, con brújula oscilante, el Gran Almirante viajaba rumbo a occidente.
A pocos días se encontraban en la inmensidad del Océano, orientados de día por el sol y por la noche, por las estrellas y la luna.
Después de 70 días de azarosa navegación, desórdenes y motines entre la indisciplinada tripulación, el 12 de octubre de 1492, el vigía de la “Santa María”, Rodrigo de Triana gritó ¡TIERRA A LA VISTA!, era la isla de Guanahaní, que Colón llamo San Salvador. ¡EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA ESTABA CONSUMADO!.
Después llegaron a las islas Bahamas, Cuba y Haití, a quienes el Almirante bautizó como Juana y La Española, respectivamente, en Haití fundó la población de “La Isabela” nombrando a su hermano como Gobernador.
A su regreso a España, fué recibido en Barcelona con grandes honores y festejos por los Reyes Católicos.
Realizó tres viajes más, descubriendo las islas de Puerto Rico, Jamaica y Trinidad, la desembocadura del río Orinoco y la Punta de Parna de Valenzuela.
Al regresar a Haití (La Española) se encontró Colón que la gran mayoría de españoles estaban en franca rebelión y desorden a tal grado que este motivó a que España mandara un Juez especial, al Comendador Francisco de Bobadilla, quien por desconocer los antecedentes, se dejó influenciar por los enemigos de la familia Colón y sin miramientos hizo apresar al Almirante y a su hermano y con grillos y encadenados, los remitió a España.
Esto causó gran humillación al orgulloso marino.
En 1502, rehabilitado en su cargo, con los mismos marineros hace las conquistas de Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá.
En 1504 enfermo, abrumado por los problemas y enfermo, regreso a España.
Para ese entonces ya no contaba con la protección de la Reyna Isabel, por lo que se retiro a Valladolid, donde solo y pobre, murió abandonado.
Ese fué el triste fin de quien proyectó y logró con su tenacidad y valor, descubrir el nuevo mundo.
Por tan grandiosa hazaña se le reconoce como “INCOMPARABLE BENEFACTOR UNIVERSAL”.
La ingratitud humana, inexorable, una vez más, se hizo presente.
Fin.