Jue. Mar 28th, 2024
Típicos ramos (palmeras) empleadas en la celebración…

Para los católicos, el Domingo de Ramos es el último domingo de la Cuaresma.

Se inicia rememorando la entrada de Jesús en Jerusalén. La fecha de esta celebración varía cada año, siempre en el en torno de los meses de marzo y abril.

LA LITURGIA DEL DOMINGO DE RAMOS.

La liturgia del Domingo de Ramos es una de las más intensas de la Semana Santa y del año litúrgico que junto con las del Jueves Santo, Viernes Santo y Domingo de Resurrección forman las celebraciones centrales del año.

El Domingo de Ramos es un día alegre y triste a la vez.

La liturgia del Domingo de Ramos comienza con la bendición de las palmas y ramas de olivo.

Los sacerdotes entran como si se fuese a celebrar la misa. El color de éste día es el rojo, que representa a Jesús como rey en su entrada triunfal en Jerusalén (el rojo es color de reyes) y la Pasión del Señor (el rojo es el color de la sangre), celebrándose ambas en éste día.

Al comienzo de la celebración, el sacerdote viste de procesional (con capa pluvial roja), despojándose de ella al llegar al Altar y colocándose la casulla roja, vestimenta propia de la Eucaristía. Se da la bienvenida y se lee el Evangelio de la Entrada Triunfal en Jerusalén.

A continuación se bendicen las palmas y ramas de olivo que llevan en sus manos los fieles. Una vez se han bendecido las palmas y ramos de olivo, comienza la procesión de ramos, procesión litúrgica que forma parte de la liturgia del Domingo de Ramos, y que rememora la Entrada Triunfal del Señor en la ciudad de Jerusalén tal y como lo relatan los Evangelios.

Cuando la procesión llega al templo, pues suele salir de un templo para finalizar en otro, se recibe a la gente que viene en procesión cantando, como hicieron los niños de Jerusalén cuando Jesús entró en la ciudad aquel primer Domingo de Ramos para celebrar la Pascua, en un ambiente de gran alegría.

En ocasiones, acompaña en la procesión la imagen de Jesús montado en el borrico que se suele llamar “La Borriquilla”. Una vez llegan los sacerdotes, que suelen ir al final de la procesión, continua la misa. A partir de aquí la temática cambia y se pasa de una celebración gloriosa (bendición y procesión de ramos) a la Misa de Pasión.

Aquí es donde cambia la alegría por el dolor y la tristeza. El sacerdote celebrante hace la oración que finaliza la primera parte de la celebración.

Un seglar será el que irá explicando e informando a los fieles del desarrollo de la misa.

El seglar va a adquirir un importante papel en la Semana Santa, ya que será el que irá informando a los fieles de lo que se va a ir realizando en las celebraciones del Jueves Santo, Viernes Santo y en la Vigilia Pascual del Domingo de Resurrección.

A continuación se leen las lecturas correspondientes al Domingo de Ramos, todas ellas, tanto las dos lecturas como el salmo, enfocadas a la Pasión del Señor.

El Evangelio que se lee éste día es la Pasión del Señor, que se suele leer dramatizado, para darle más énfasis por tres personas.

El sacerdote hará de Jesús, otra persona hará de Sanedrín leyendo el resto de personajes que aparecen y un tercero hará el papel de cronista.

La lectura es bastante larga de modo que se suele invitar a que las personas que no puedan estar mucho rato de pie se puedan sentar. Una vez se llega al momento de la Crucifixión de Jesús todos los que estén sentados deben ponerse en pie al igual que los que han permanecido de pie durante toda la lectura de la Pasión y cuando se llega al momento de la muerte del Señor, todos los fieles, incluidos sacerdotes y lectores se arrodillan en silencio.

La misa se desarrolla con una homilía más breve de lo habitual, debido a lo extenso del Evangelio. El resto de la misa se celebra con normalidad, destacando que se nota una mayor solemnidad durante la liturgia eucarística, prueba de que la Semana Santa ha comenzado. Al finalizar la misa, los sacerdotes nos invitan a que descansemos durante los tres día próximos (Lunes, Martes y Miércoles Santo) y que nos preparemos para celebrar el Triduo Pascual, y nos recuerdan que acabamos de entrar en los días claves de la liturgia cristiana.

 

LAS PALMAS Y LOS OLIVOS.

Los Evangelios describen el momento en que Jesús de Nazaret entró triunfalmente a Jerusalén. Una gran multitud, llevando en las manos palmas y hojas de olivos, lo aclamaba como el Hijo de Dios.

Estas dos plantas tenían un gran valor en los pueblos de medio oriente. De ellos obtenían pan, vino, vinagre y miel.

De la palmera también obtenían fibras para tejidos y de los troncos, carbón para  los herreros.

La palma era para el pueblo judío, símbolo de riqueza y fecundidad. La tradición cristiana celebra este momento el Domingo de Ramos reconociendo al Hijo de Dios como el que posee y da la verdadera riqueza que no acaba. 

 

DOMINGO DE RAMOS: JESÚS LLEGA A JERUSALÉN

Con el Domingo de Ramos empieza la Semana Santa. En este día recordamos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. Este domingo resume los dos puntos fundamentales de la Pascua: La Pasión y Muerte de Cristo y su Resurrección gloriosa.

La Biblia menciona que cuando Jesús llegó a Jerusalén, la ciudad más importante, para celebrar la pascua, Jesús les pidió a sus discípulos traer un burrito y lo montó.

Había mucha gente (niños y adultos), algunos habían estado presentes en los milagros de Jesús y habían escuchado sus parábolas, lo esperaban para recibirlo como un rey, le cantaban cánticos y salmos, y lo alababan con palmas en las manos.

La gente tendía sus mantos por el camino y otros cortaban ramas de árboles alfombrando el paso. Los que iban delante y detrás de Jesús gritaban: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”. (Hosanna significa “¡viva!”).