La prodiga tierra refleja su tristeza.
Los árboles, los pastos y las plantas necesitan agua para poder continuar su ciclo biológico.
El candente sol primaveral, evaporó el agua que genera en ellos la sabia, elemento vital de la vegetación.
Terminó el mes de mayo, que con abril, llenaron de flores y azahares la campiña y los jardines. El sol de primavera es ardiente, sofocante y abrazador.
Por más esfuerzos que el hombre intenta para remplazar la humedad natural y darles vida y verdor, no responden integralmente, los frutales, pastos y cereales. No hay poder humano que resuelva esa generalizada necesidad, muy a pesar de los inventos y la ciencia.
Con seguridad y paciencia, el hombre espera. Él sabe que año con año, al finalizar la primavera, volverán las lluvias y con ellos la tierra recuperará su humedad y ésta producirá la savia que da vida al reino vegetal. La flora en general se tornará vigorosa.
Entonces el hombre, contento y feliz, verá la recuperación de sus campos en agradable ambiente de frescura, tranquilidad y paz.
Debemos reflexionar: si el agua que cae del cielo fuera dirigida por la avaricia y mezquindad humana, sería fatal y desesperante la vida en la faz de la tierra.
Afortunadamente los elementos naturales son incontrolables por el hombre. La generosidad de la lluvia es bendición divina para todos. Con ello comprobamos la equidad y justedad de Dios, así como su innegable poder como Salvador del Mundo.
(Dedicado con respeto a todos los que aman y preservan la naturaleza, por la bondad de sus insuperables beneficios, por el esfuerzo y preocupación por defenderlos.)
San Andrés Tuxtla, Ver., junio de 2009.
Joel Sosa Moreno.
Gran ser humano, profundos comentarios y palabras provenientes del fondo de su alma, un abraso fuerte tio abuelo.
PP
Como siempre…, entrañables palabras vierte, cual torrente infinito la mente de un humano de excepción, gracias por ayudarnos a no olvidar lo importante, reciba un gran abrazo, tio.