Jue. Mar 28th, 2024

Arturo Nahle García es presidente del Tribunal Superior de Justicia en Zacatecas. Fue procurador de Justicia con gobernador priista, tricolor que es. Fue diputado federal rojo.

Y en Zacatecas pinta el infierno. Un infierno llamado Zacatecas, parecido, casi casi idéntico, igual, igualito que en Veracruz.

Incluso, crea el concepto del “Muertómetro”, la varita mágica para contabilizar los muertos en el día con día.

Y por eso mismo, nadie dudaría de que cuando en el año 2024, su hermana, Rocío Nahle García, secretaría de Energía, sea candidata de MORENA a la silla embrujada de Veracruz y ganara en las urnas, su hermano Arturo sería, de entrada, su ultra contra súper asesor en materia de seguridad pública y que, para entonces, y así como van las circunstancias, seguirá como el pendiente número uno.

Entrevistado por Verónica Espinoza, reportera de Proceso, número 2333, Arturo Nahle se refiere al Zacatecas gobernado por el priista Alejandro Tello Cristerna, y en donde David Monreal, Morenista, hermano del senador Ricardo Monreal, asumirá la jefatura del Poder Ejecutivo Estatal.

Uno. En Zacatecas, como en Veracruz, masacres, desplazamiento forzado y terror extremo.

Dos. “No hay zona del estado libre de violencia”.

Tres. Si el góber actual en Zacatecas recibió “El estado con dos grupos delictivos, Los Zetas y el Cártel del Golfo, lo está entregando con la presencia de seis grupos”… igual, igualito como sucederá en Veracruz.

Cuatro. López Obrador ha mantenido su política de “abrazos y no balazos”, pero “la Guardia Nacional no fue más que la militarización de la Policía Federal”.

Cinco. “Nunca en nuestra vida había tenido un hecho de inseguridad tan cabrón como éste, a mansalva matar a la gente, y ahí está lleno de pistoleros. Imponen su ley, las armas”.

Seis. “Hay alarma por el aumento de desapariciones en los meses recientes, a la par de la confrontación abierta entre el CNJG y el Cártel de Jalisco”.

Siete. “Hay poco más de 900 cuerpos sin identificar”.

Ocho. “No quisiera estar en los zapatos de David Monreal ni de quien vaya a ser su secretario de Seguridad Pública ni de quien vaya a ser su fiscal”.

Así habló Arturo Nahle García para Proceso.

PAÍS EN LLAMAS

La guerra en contra de los carteles y cartelitos iniciada por Felipe Calderón Hinojosa con soldados y marinos en las calles y los pueblos sigue igual.

Perdiendo la batalla. Perdiendo la guerra. Perdiendo posiciones.

Es más, el gobierno de Estados Unidos lo dijo con claridad. El 75 por ciento de la república está dominado por los sicarios y malandros.

Más, cuando el negocio de la droga, el huachicoleo, la migración, la prostitución, el secuestro y la extorsión florecen a plenitud.

Y cuando llega al otro extremo del mundo, por ejemplo, hasta Rusia.

Entonces, hay un infierno en Zacatecas. Pero también en Jalisco. Y en Sinaloa. Y en Chihuahua. Y en Tamaulipas. Y en Veracruz. Y en todos los rincones de la nación.

Unos teóricos y prácticos han creado el Estado Delincuencial frente al Estado de Derecho. El Estado Malandro. El Estado Negro y Oscuro, sórdido y siniestro y sombrío.

Fosas clandestinas en todos lados. Y hasta en los municipios más sencillos y modestos.

Y por añadidura, lo inevitable, la alianza de políticos, jefes policiacos, policías y narcos para, entre otras cositas, la desaparición forzada de personas y crear y crear un Estado Caótico, donde a veces pareciera mejor vivir en un Toque de Queda permanente, en un Estado de Sitio.

Junto con la creación de empleos, la seguridad y la justicia constituyen los tres pendientes sociales más fuertes, indicativos y significativos.

El hermano de Rocío Nahle retrata con fidelidad el infierno nacional, multiplicado por los miles de padres de familia buscando a sus hijos desaparecidos, quizá asesinados, cercenados, decapitados y pozoleados.

CATORCE AÑOS EN EL INFIERNO

La población, las familias, los hogares, los ciudadanos de a pie llevamos catorce años y medio viviendo en el infierno.

Los adolescentes de 14 años de edad hacia abajo nacieron en medio de la violencia y es lo único que han visto en su tiempo de vida.

Les ha tocado vivir en el peor de los mundos. Balazos, tiros, fuego cruzado, heridos, muertos, desaparecidos, fosas clandestinas integran sus días y noches y sus años y es la cultura de vida que el Estado les ha ofrecido y dado.

Digamos que la mitad de la vida, quizá de los 7 a los 14 años, han vivido escuchando la palabra, el concepto de la esperanza de que pronto, antes de que el gallito cante tres veces, los días serán diferentes y se vivirá en paz y tranquilidad, la paz y la tranquilidad que nunca han conocido.

Y mucho se duda puedan pronto conocer.

Más, en el caso de los niños y adolescentes con padres, hermanos, tíos, primos, abuelos desaparecidos y de quienes nunca han vuelto a saber su destino.

En buen romance solo quedaría exclamar como el personaje literario de Carlos Fuentes Macías de que “¡NI modo, aquí nos tocó vivir y qué le vamos a hacer!”.

Pero al mismo tiempo, está canijo acostumbrarse a estar día y noche en el infierno, temerosos de un asalto, un homicidio, un fuego cruzado, un secuestro, un asesinato que nos pegue en el centro del corazón familiar y social.

“El Muertómetro” de Arturo Nahle García, el pan nuestro de cada día.