Elecciones 2010

Agencias, San Andrés Tuxtla, Ver.-¿Razonar el voto? 

Los competidores de una elección pretenden disuadir y convencer, lo más rápido posible, a los votantes

 Para atraer la estimación pública, consideraba Maquiavelo, no hay nada mejor como “ejecutar actos o pronunciar frases notables”. De cierto modo esa concepción sigue vigente, aunque en la era de Internet la promoción de los candidatos requiere de otros elementos y no sólo de un buen discurso.

El mensaje de una campaña política es la información que se trata de comunicar al electorado, son las razones que el aspirante le ofrece a los ciudadanos para que estos voten por él, según el Diccionario Electoral de Mario Martínez Silva.

Debido a que los competidores de una elección pretenden disuadir y convencer a los votantes, el mensaje que se transmite durante las campañas políticas adquiere una gran relevancia, pues a través de este podemos conocer los valores, las actitudes y posturas de quienes aspiran a ser nuestros gobernantes.

El siguiente paso es evaluar lo que nos han transmitido, con el fin de que el voto cumpla con dos de sus condiciones básicas: ser libre y razonado.

En México las autoridades electorales hacen uso de las herramientas que proporciona la comunicación para difundir valores democráticos, y sobre todo para promover el sufragio entre los ciudadanos, evitando así los altos niveles de abstencionismo que suelen presentarse en la mayoría de los comicios.

 ¿Vender al candidato como jabón?

Madison, uno de los lugares donde inició el marketing político en el mundo.

Se destacan las cualidades, se omiten los defectos, los acentos se ubican en las luces, mientras que las sombras, si no pueden eliminarse, al menos son ocultadas como las letras pequeñas de un contrato.

Esas son algunas de las estrategias utilizadas en la publicidad política de nuestros días, un redituable negocio que nació como tal en las firmas de la avenida Madison en Nueva York, durante la década de los años cincuenta.

La creación de la frase “Vender al candidato como jabón” le es atribuida a Adlai Stevenson, un político demócrata que se oponía a la promoción televisiva realizada en 1952 por el entonces candidato presidencial estadounidense Dwight D. Eisenhower.

Las características principales de este tipo de campañas “apelan a la emoción más que a la razón”, de acuerdo con el Diccionario Electoral de Mario Martínez Silva. Los críticos de esta estrategia argumentan que la política se trivializa, haciendo igualmente frívola la competencia electoral.

En la venta de un candidato a través de este tipo de publicidad hay un par de reglas básicas: el anuncio, además de contener al producto debe enunciar sus beneficios, en tanto que la propuesta tiene que percibirse como ganadora.

El diccionario consultado explica que “los candidatos con menor base popular y con muchos recursos económicos tienden a utilizar este tipo de técnicas”, las cuales -evidentemente- con el paso del tiempo han adquirido cierta sofisticación.

 ¿Cómo elegir candidato?

Seleccionar a quienes serán nuestros gobernantes, de entre decenas de candidatos, es una actividad que puede llevarse a cabo de manera profesional e informada 

Los aspirantes a puestos de elección popular suelen ser numerosos, no así su oferta política o social, más allá de simpatías o fobias ideológicas, los ciudadanos nos enfrentamos cada tres o seis años a una decisión que en los hechos influye en nuestra forma de vida.

La pregunta medular es: ¿Existe algún método que nos guíe para elegir al candidato de nuestra preferencia? La respuesta es sí, aunque su implementación cuenta con algunos matices de acuerdo a los intereses propios de cada persona.

Como primer paso es importante analizar la imagen que proyecta el candidato, es decir, si nos genera confianza o tranquilidad. “Dado que la interacción social requiere de juicios y conductas instantáneos, los individuos deben ser capaces de proyectar rápidamente impresiones favorables”, comenta Mario Martínez Silva en su Diccionario Electoral.

Un segundo instante en nuestra selección nos lleva a las propuestas y plataformas políticas, estas últimas —independientemente de los candidatos— se establecen periódicamente en los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI), y de la Revolución Democrática (PRD), por mencionar sólo los más importantes del país.

Como es lógico suponer, la plataforma política del partido debe ser coincidente con las propuestas que difunde el candidato, aunque en realidad en muchas ocasiones suelen ser contradictorias, lo cual genera que las preferencias de los ciudadanos hacia uno u otro disminuyan.

Otro punto importante para evaluar es la transparencia del candidato: ¿Cuántos sabemos de él realmente?, ¿Cómo se ha desempeñado en sus anteriores puestos?. Responder estas preguntas antes de acudir a las urnas no es ocioso, de hecho, a esta actividad se le denomina “voto retrospectivo”, pues de acuerdo con la ciencia política los ciudadanos votan considerando el pasado de los políticos.