Paola encendió el pebetero
Contagia Vicente Fernández de alegría a América en los Juegos Panamericanos

Agencias, Guadalajara, Jal.— Izquierda, derecha, izquierda… Paola Espinosa da pasos sobre el aire. Un arnés la sostiene y la levanta en el escenario central. Le falta suelo, pero a su marcha le sobra firmeza. En la mano derecha, la antorcha de los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 viaja junto con ella.
El fuego que vive desde el 26 de agosto, cuando fue encendido en Teotihuacán, simboliza todo lo bueno que tiene el deporte. En su espíritu hay nobleza, combatividad y respeto. La clavadista vuela, pero esta vez su destino no es el agua.
Atrás queda la imagen de Enriqueta Basilio, quien entró al Omnilife con la antorcha pasadas las 22:00 horas. Ella conoce el sentimiento: encendió en Ciudad Universitaria el pebetero de los Juegos Olímpicos de México 1968.
Luego, un paseo por la gloria olímpica mexicana: Queta entrega el fuego al campeón de equitación en 1948, Alberto Valdez, quien luego lo cede a la monarca de 2008, María del Rosario Espinoza. El fuego arde cómodo en manos de quien sabe apreciar su alma.
Son todas las personas que tocan la antorcha antes de llegar a Paola. Cuando su caminata aérea llega a lo más alto, emerge el pebetero en el centro del escenario. Pequeño. Discreto. Emotivo. Pero no es el hogar definitivo del fuego panamericano.
Espinosa, campeona mundial de clavados, inicia el descenso. Luces blancas iluminan el estadio. Son las estrellas del firmamento privado de Paola. Es su cielo. Por eso lo recorre con soltura. Izquierda, derecha, izquierda… Baja como subió: sobre el firme suelo que representan los sueños.
De vuelta al escenario, no hay mucho qué esperar. Levanta la antorcha. La inclina con la misma suavidad con que salta a la fosa al competir. Arde el pebetero. Arde el corazón de Espinosa. Arden los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011.
El recipiente huye de la escena. Desciende despacio. De repente, se prenden altas varas colocadas sobre el techo. El calor se siente en los rostros de cada asistente. Las flamas comienzan a extinguirse por el sur, gradualmente, hasta llegar a la cabecera norte, donde se enciende, ahora sí, el hogar definitivo del fuego panamericano.
Espinosa contempla el pebetero que arderá sobre el techo del Omnilife hasta el 30 de octubre. Nadie mejor que ella para cumplir con la misión. Paola Milagros… En su segundo nombre encierra la encomienda más sagrada del fuego: el milagro de unir fraternamente, alrededor del deporte, los pueblos de toda América.
El cantante mexicano Vicente Fernández contagió de alegría a toda América con su estilo y voz en la inauguración de los XVI Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, no sin antes entonar el Himno Nacional Mexicano.
En medio de un gran espectáculo con caballos y canciones de raíces mexicanas, el estadio Omnilife dio la bienvenida a los más de cinco mil deportistas en la ceremonia de apertura de la justa regional.
Vicente Fernández supo llegar a cada rincón del continente y a su manera hizo que la piel se erizara.
Tras el espectáculo del cantante mexicano, inició el desfile de las delegaciones en medio de la música del ex grupo de pop Kabah, de canciones de Juan Gabriel y otras más de la década de los noventa.

CHENTE TAMBIÉN SE EQUIVOCA AL ENTONAR EL HIMNO
En la inauguración de los Juegos Panamericanos, el cantante cambió la letra en dos momentos.
En la inauguración de los Juegos Panamericanos celebrada en el estadio Omnilife, el cantante Vicente Fernández se equivocó en su interpretación del Himno Nacional Mexicano.
En la estrofa donde se debía cantar «por el dedo de Dios escribió», el artista entonó «con el dedo de Dios», mientras que en lugar de cantar «tus sienes de oliva», entonó «ciña ¡Oh Patria! tus sienes querida».
Chente no es el primero en deformar el Himno. De hecho existe una larga lista de intérpretes que han hecho su propia versión del canto nacional.