Sáb. Abr 20th, 2024

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Quadratín Veracruz / Xalapa, Ver.- La desaparición de Génesis Deyanira Urrutia, Octavio García Baruch, Alan Arroyo Prado y Leonardo Arano muestra la realidad de un país donde la impunidad es lo único que obtienen miles de víctimas de una violencia que nada ni nadie detiene.

¿Cuáles son los elementos que lleva a la Fiscalía a vincular la desaparición de los jóvenes a la delincuencia organizada? “Es parte de la investigación, no se puede revelar”, fue la respuesta de la autoridad a este medio de comunicación.

Cabe mencionar que antes de preguntar a la Fiscalía se consultó al padre de Génesis Deyanira Urrutia, estudiante de universitaria que junto con tres más fueron plagiados el pasado viernes en el puerto de Veracruz. En la reunión que este martes por la tarde sostuvieron con Luis Ángel Bravo Contreras los familiares de los desaparecidos, se les informó que uno de los jóvenes tiene antecedentes penales.

“Por eso abrieron esa línea de investigación”, dice el señor Edgar Urrutia. No es una hipótesis que sustente la afirmación, dicen familiares y amigos de los cuatro jóvenes desaparecidos. Los familiares y amigos se muestran indignados porque “fieles a su costumbre, la Fiscalía criminaliza a las víctimas”, dicen a Quadratín Veracruz.

Como si la angustia de tener a un hijo desaparecido no fuera poco, la incompetencia de las autoridades acentúa el calvario. “No existe cámara en el lugar”, fue la respuesta que el Centro Estatal de Control, Comando, Comunicaciones y Cómputo (C4) dio a la Fiscalía sobre la petición de las imágenes de las cámaras de videovigilancia en la avenida Díaz Mirón, el lugar en donde, de acuerdo a versiones de testigos, vieron a un taxi con al menos 3 jóvenes, dos de ellos desaparecidos.

“El video del C4 nos aportaría datos muy importantes, como la complexión de los sujetos, el número del taxi… Hay un testigo que ve que uno de los jóvenes que está entre los desaparecidos, primero con dos jóvenes a pie y un taxi después”, dice el señor Urrutia. Sin embargo, el C4 afirma que no hay cámaras en el sitio.

“Nosotros (los familiares) fuimos a acompañar al personal de la Fiscalía, hemos verificado que en el punto sí hay cámaras”.

Empresas particulares de la zona han aportado algunos videos, una tienda Oxxo, una sucursal bancaria, “algunos sirven, otros no, porque están enfocados a sus fachadas… los videos que deben estar enfocados a la vía pública son los del C4, ¡cómo es posible que una institución que está para eso, para vigilar simplemente diga, no existen!” Al trabajo de búsqueda de los jóvenes desaparecidos se ha sumado la Secretaría de Marina, y a la investigación, la Procuraduría General de la República.

La Fiscalía pidió, además, a través de una orden judicial, la sábana de llamadas de los teléfonos celulares de jóvenes desaparecidos. “Desde el lunes, se entregó a las empresas la orden judicial, pero hasta el día de hoy no las han entregado.

Ya hay un grupo de fiscales que están listos para analizarlo”, dice el señor Urrutia. Octavio García Baruch, con antecedes de ¿delincuencia organizada?; El 28 de diciembre de 2012, el entonces subprocurador regional de Justicia en la zona sur, Jorge Yunis Manzanares, presentó a una “banda de presuntos delincuentes por su probable participación en los delitos de secuestro, extorsión, delitos contra la salud en su modalidad de posesión de cocaína para fines de comercio, posesión de armas de fuego, así como robo de vehículo”.

Era común presentar a los delincuentes cual trofeo de la llamada guerra contra la delincuencia organizada. Ante las cámaras de los distintos medios de comunicación del estado presentaron a Facundo Guzmán Cruz, Karen Tenorio Luna, Daí Irving Moo Santiago, Cristóbal Leal Alarcón, Héctor Pérez Ramírez, Juan Carlos Hernández Pérez, Alejandro Martínez Valencia y Octavio García Baruch, este último desaparecido hace ya una semana junto con Génesis Deyanira Urrutia.

“A la banda de delincuentes” les decomisaron 191 bolsitas conteniendo piedras con características propias del crack, con un peso bruto de 160 gramos, 341 bolsitas conteniendo polvo blanco con características propias de la cocaína, con un peso bruto de 60 gramos, así como un arma, cartuchos útiles, un cargador y cuatro vehículos con reporte de robo.

El 5 enero de 2013, siete días después de su captura, Octavio García Baruch fue puesto en libertad, las autoridades solo pudieron fincarle responsabilidad por el delito –calificado como no grave- de posesión de droga. La juez Rubí Rosas Carvajal le concedió su libertad bajo fianza y salió libre.

En medios de comunicación, en junio de 2015 se publicó la detención de unos jóvenes que en estado de ebriedad, hicieron desmanes en Oxxo del fraccionamiento Floresta, entre ellos estaba Octavio García Baruch.

Un hermano menor, Gustavo García Baruch, tuvo la misma suerte; tiene un año desaparecido Su hermano Gustavo García Baruch, de 21 años de edad, desapareció hace un año. El 12 de octubre de 2015 sujetos desconocidos ingresaron a su vivienda en la calle Robles del fraccionamiento Floresta y se lo llevaron junto con tres compañeros más.

Gustavo García Baruch cursaba la carrera de Medicina, y junto con Jesús David Alvarado Martínez, de Minatitlán, Josué Baeza Gil, de Acayucan y José Alberto Jiménez Aguilar, de Xalapa, rentaban la casa pues todos estudiaban en el puerto de Veracruz. Fue precisamente Octavio quien al llegar a la vivienda descubrió que los jóvenes fueron privados de su libertad. La televisión estaba prendida, el clima encendido y había manchas de sangre.

Octavio García Baruch inició la búsqueda de su hermano junto con otros amigos; el GPS de su celular reveló su probable ubicación: una vivienda abandonada que se encuentra atrás del Seguro Social de Veracruz. Sin embargo, las autoridades no acudieron a revisarla; los vecinos aseguraron que la vivienda no estaba habitada.

Hoy los dos hermanos, con apenas dos décadas de vida, están desaparecidos, un acto que se ha convertido en los últimos años en un crimen perfecto, en el que los responsables no dejan pistas, borran cualquier rastro y encuentran terreno fértil ante una autoridad sorda y ciega.