Jue. Mar 28th, 2024

La credibilidad de los partidos políticos, va a la baja.

El pasado proceso electoral demostró que la fuerza real de los partidos, ya no radica en el número de militantes, simpatizantes, amigos o recomendados.

Tampoco en el dominio de la oratoria, de títulos universitarios, de maestrías en centros de estudios superiores públicos o privados de la Ciudad de México, doctorados en el extranjero, cursos sobre administración pública o diplomados en ciencias políticas.

Menos aún, talleres ideológicos, de habilidades jurídicas, lecturas de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, breviario de la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Veracruz, resumen de la Ley Orgánica del Municipio Libre, conferencias sobre técnicas legislativas, conocimiento del medio y sólidos contactos con la base militante.

La trayectoria electoral, experiencia administrativa, el sudar la camiseta, hacer talacha, cargar el maletín, comprender la historia mínima de la política, la economía y de la sociedad en su conjunto, del municipio o del distrito que aspiran representar, carece de importancia.

El ejercicio de repartir volantes, pegar propaganda en casetas telefónicas y en postes del alumbrado público, armar templetes, convocar reuniones, alentar visitas domiciliarias, acarrear gente, giras de acercamiento ciudadano en parques, plazas públicas, colonias, fraccionamientos, unidades habitacionales, congregaciones, comunidades ejidales, rancherías, caseríos, fincas y ranchos, pasaron a la historia en un abrir y cerrar de ojos.

Los viejos y nuevos partidos políticos de cobertura nacional o de circulación restringida, de la izquierda, del centro, de la derecha, o de la ultraizquierda o ultraderecha, quieren candidatos con fuertes raíces populares, pero avalados con suficientes recursos financieros para costear su propia campaña en busca del sufragio.

Y no es para menos, si traemos a cuenta que los únicos que lograron el tres por ciento de votos en el proceso del 2018 son cuatro: el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Los otros quedaron por debajo de la línea de flotación al perder las prerrogativas económicas de ley.

Basta con echar vistazo a la actual situación financiera que enfrenta la mayoría de los partidos: demandas por incumplimiento en el pago de la renta de oficinas, despido de personal, adeudo de salarios vencidos, corte de servicios telefónico, de internet, energía eléctrica, agua potable, demandas laborales, problemas con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), aguinaldos, vacaciones y algunos enfrentan órdenes de desalojo.

Los partidos están obligados a contribuir con determinada cantidad económica para que los candidatos solventen su campaña proselitista, pero ciertas dirigencias estatales se niegan a otorgar el recurso, otras ofrecieron el cincuenta por ciento y otras más, el 50% de dinero en efectivo y la cantidad restante en propaganda impresa.

El punto es que la estira y el encoje por la distribución de apoyos financieros, ha levantado cierta inestabilidad entre líderes partidistas y candidatos.

Ojalá y no se repita la vieja leyenda de que todo lo que empieza mal, termina peor.

Sólo para tus ojos . . . La nueva Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas (CEAPP), dispone de tres meses, a partir del día primero de enero del 2021, para demostrar de qué está hecha. Nada más.