Claudia Sheinbaum tenía un enorme desafío de cara al nuevo sexenio: marcar su propia voz frente a la omnipresente de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador. Dentro del equipo presidencial llevaban meses pensando cómo afrontar el reto. Sabían que todo comenzaba y terminaba en la comunicación, en las famosas Mañaneras. Pero no estaban seguros sobre cómo cambiarle el rostro. El vistazo a las nuevas conferencias que ha dado la presidenta este miércoles muestra que, de momento, todo sigue igual. O al menos muy parecido.
De Mañanera ha pasado a llamarse Mañanera del Pueblo. De guinda con blanco ha pasado a tener una decoración blanca con guinda. La tipografía del logo del Gobierno ahora estará en minúscula. Quizá la mayor diferencia está en quien se para frente al micrófono. Al menos físicamente, porque la retórica se mantiene. Lo que sí ha llegado a Palacio Nacional ahora son el jueves de rescate de heroínas nacionales y un montón de reglas nuevas, porque a la nueva mandataria le gusta el orden.
No se puede tomar el micrófono y hablar más de cinco minutos. No se puede hablar de cuestiones personales. Tampoco se pueden llevar documentos, cartas, peticiones. Solo se pueden hacer dos preguntas. Si ya se hizo la pregunta, no se puede volver a tomar el micrófono por 15 días. No se puede hablar, comer, tomar café. Menos levantar el celular para sacar una fotografía.
El equipo de Sheinbaum llegó con una serie de reglas para participar en sus conferencias matutinas. Por la noche del martes, horas antes de que iniciara su primera rueda de prensa, difundieron una lista de 18 lineamientos que marcaban cómo actuar. Algunos incluso parecían inspirados en los personajes del universo de la Cuarta Transformación, donde no era raro que algún reportero contara anécdotas o tragedias personales en una Mañanera, llevara regalos para el presidente o agarrara el micrófono para elogiar más que para interrogar.
“Tranquilos, aún quedan seis años”, decía Sheinbaum la mañana de este miércoles en un intento por poner orden a decenas de periodistas deseosos por sacarle un comentario a la presidenta en su primera conferencia. Entre ellos estaban sentados los personajes de siempre. Los canales de comunicación serán tan similares en este sexenio que usarán hasta los grupos de Whastapp que el lunes pasado seguían informando de la agenda diaria de López Obrador. Un cambio de logo y para adelante.
Las Mañaneras de Sheinbaum se harán en la misma sala, el antiguo salón de Tesorería, allí donde los últimos seis años López Obrador se paró frente a las cámaras a hablar durante horas. Eso también se anuncia como sutilmente diferente. La nueva mandataria acostumbra a ser más expeditiva. La conferencia tendrá la misma dinámica, solo que será media hora más tarde. Contendrá secciones, así como las Mañanera. Los lunes solían presentar el Quién es quién en el precio de la gasolina, una sección en la que exponían a aquellos que vendían más caro el combustible. Ahora será sobre vida saludable, donde explicarán cada semana las afectaciones que tiene la comida chatarra en la salud.
Los martes, que eran de salud, en los próximos años serán sobre humanismo mexicano y memoria histórica. Para esto acudirá un historiador a dar una lección semanalmente, ha explicado la presidenta. Los miércoles se mantienen en la misma línea: López Obrador tenía una parte dedicada a perseguir a la prensa, que llamaba Quién es quién en las mentiras. Ahora Sheinbaum la ha bautizado sin darle mucha vuelta como Detector de mentiras. Los jueves recordarán a mujeres que fueron heroínas en la historia mexicana y los viernes habrá algo llamado Suave patria, que de acuerdo a la presidenta, será una especie de momento de nacionalismo, para invitar a ciudadanos a hablar de cosas que les genera orgullo como mexicanos.
Saltándose sus propias normas, Sheinbaum ha presentado este miércoles una especie de homenaje en forma de clase de historia. Justificado por la fecha, el 2 de octubre, que cada año llega cargada de simbolismos. Para anunciar que su primera medida sería pedir perdón por parte del Estado mexicano por los crímenes de lesa humanidad ejecutados por las Fuerzas Armadas en la matanza de Tlatelolco, ha lanzado un video de 10 minutos. Luego ha puesto a algunos funcionarios a recordar brevemente lo sucedido. En menos tiempo de lo que ha durado el documental, ha respondido una pregunta sobre Sinaloa, una sobre el Rey de España, otra acerca de su primer viaje oficial, a Acapulco. En menos de una hora y media, la nueva presidenta ya se marchaba rumbo a la próxima actividad y cada quien a su casa. Tiempo récord que aquella sala no veía hace rato.