Jue. Mar 28th, 2024

 

  • Aquel 14 de diciembre, en su discurso inaugural, dijo: “La Conade ha dado mucho para el deporte nacional y tenemos que repotencializarlo. Es otra etapa y tenemos que generar una nueva relación con los deportistas, con las federaciones”.

ESPN | MÉXICO.- El 14 de diciembre pasado, justo al tiempo en que Ana Guevaraera nombrada como directora de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, la natación de México entraba en su más reciente crisis. Una alberca con exceso de químicos provocaba intoxicaciones en la piel de varios nadadores, que disputaban el Campeonato Nacional de curso corto en Guadalajara. Algunos atletas decidieron permanecer y otros anunciaron su retiro de la competencia. Todo parecía un conflicto meramente deportivo, aunque, en realidad, dos grupos de poder de la Federación se enfrentaban abiertamente. Y en alberca revuelta, ganancia de pescadores.

Pero esta columna no es acerca de la natación. La alberca es sólo una muestra de las eternas disputas de poder que asfixian al deporte mexicano. Y no nada más a sus directivos, sino al eslabón más frágil de la cadena: a los deportistas. En los tres últimos sexenios, el deporte de alto rendimiento se ha mantenido entre dos trincheras. Por un lado, la Conade y, por el otro, el Comité Olímpico Mexicano. Cada bando tiene bajo su brazo un grupo de fieles federaciones.

Dos pinturas retratan la situación y ambas se dibujaron el sexenio pasado.

La primera: Como presidente de la Conade, Alfredo Castillo prometió limpiar la corrupción en las federaciones del país. Sin embargo, sólo abrió investigaciones contra las de Atletismo, Boxeo, Béisbol, Frontón y Tiro con arco, cuyos presidentes eran cercanos a la cúpula del Comité Olímpico. Como efectos colaterales, esas federaciones no recibieron presupuesto para el desarrollo de sus deportes. Sin embargo, muchas otras, también con historias de desfalcos, no entraron ni siquiera en la mirilla de la cacería.

El otro bando, como se dijo, está encabezado por el Comité Olímpico y tiene un ejemplo claro en lo que sucede en la Federación de Esgrima, cuyo presidente Jorge Castro ha desoído las recomendaciones de varias instancias en el caso de Paola Pliego, la esgrimista con mejor ranking internacional. Pliego ha quedado fuera de varias competencias (entre ellas, Juegos Centroamericanos) y a pesar de las recomendaciones de la Comisión de Apelación y Arbitraje y algunas otras instancias, ha quedado indefensa ante las decisiones de Castro. La explicación tampoco es complicada: las decisiones de la federación son respaldadas por Carlos Padilla Becerra y la cúpula olímpica mexicana.

Más allá de este breve parte de guerra, ambas historias tienen un común denominador: los verdaderos afectados son los atletas.

Ana Guevara conoce esa situación. Aquel 14 de diciembre, en su discurso inaugural, dijo: “La Conade ha dado mucho para el deporte nacional y tenemos que repotencializarlo. Es otra etapa y tenemos que generar una nueva relación con los deportistas, con las federaciones”. Su discurso de inicio fue conciliador. Ana vivió los conflictos y las carencias cuando era atleta y más tarde los observó como personaje cercano al deporte. Hoy será una de las muchas cosas que tendrá que resolver desde su nueva oficina de Avenida Santa Teresa. Al final, todo es política, pero más allá de rodearse sólo de sus personajes de máxima confianza, deberá conciliar con el bando de enfrente para proteger el desempeño de los atletas. Y encontrar la forma para construir el deporte de la llamada “Cuarta transformación”.