Vie. Abr 19th, 2024

Nada expresa tanto las ironías de la vida pública como un político preso. Más cuando en el ejercicio del poder se siente intocable y se vuelve, por añadidura, más soberbio que nunca. “A veces me siento Dios” decía Calígula. Y/o, incluso, decía León Tolstói: “Si no hay Dios, entonces, yo soy dios”.

Es el caso, por ejemplo, y entre tantos otros, de Fidel Kuri Grajales, encarcelado en el penal de Almoloya por fraude al magnate de Televisión Azteca y Elektra, Ricardo Salinas Pliego, por más de 139 millones de pesos.

Uno. Fidel Kuri, tres años diputado federal.

Dos. Socio de Víctor Flores Morales, dueño desde hace más de veinte años del sindicato ferrocarrilero.

Tres. Concesionarios ambos de casinos.

Cuatro. Concesionarios en el Fidelato del club de fútbol, Tiburones Rojos.

Y cinco. Fallido candidato a presidente municipal de Veracruz, tiempo cuando en la campaña electoral alardeaba con la siguiente frase bíblica:

“Yo perdiendo gano”.

Así, y luego del tiempo prolongado del esplendor, vacas gordas, el tiempo de las vacas flacas.

Tiempo de sumirse y recoger varas.

De la gloria y el esplendor y el resplandor de aquellos años vividos, al penal de Almoloya, allí donde el gobierno federal envía a los capos de la droga.

Además del presunto fraude, Fidel Kuri se metió con el magnate Ricardo Salinas, tan cercano al presidente de la república, dueño de poderosa televisora.

Y como, caray, “la cuerda se rompe por lo más delgado”, ni modo, ¡vaya desenlace!

ABUSOS DEL PODER

Muchos políticos de Veracruz han pasado por las cárceles. Por ejemplo:

Con Cuitláhuac García, uno, de la yunicidad, que sigue preso.

Miguel Ángel Yunes Linares, treinta, todos liberados.

Miguel Alemán Velasco, uno, que años después quedó libre.

Patricio Chirinos Calero, 3, después liberados.

Agustín Acosta Lagunes, uno, en el penal de Pacho Viejo, y después, en libertad.

Ahora, Fidel Kuri. El plus priista que originario de Orizaba disputara la presidencia municipal de Veracruz bendecido por los Tiburones Rojos.

El político que todo lo pudo y conoció la gloria a punto de entrar a la inmortalidad si se hubiera perpetuado como concesionario del club de futbol de los Tiburones Rojos.

Pero como cada gobernador tiene sus favoritos y hasta un magnate de toros fue privilegiado con la concesión, entonces, ni modo, que le cambian la jugada, pero de por medio arrastrando el pendiente con Salinas Pliego.

Nada, entonces, como apegarse a la ley y el Estado de Derecho en el tiempo de las vacas gordas de la política.

Todos los excesos y abusos del poder suelen pagarse, tarde o temprano.

Más cuando, de plano, el político siente que el poder público es una hacienda porfirista para actuar como el dueño y el capataz en el llamado “país de un solo hombre”.

José López Portillo encarceló a 7 secretarios de Estado del presidente Luis Echeverría Álvarez, con todo y que eran amigos y hermanos putativos.

Miguel de la Madrid encarceló a un amigo entrañable de López Portillo, quien fue su director de PEMEX.

Ernesto Zedillo encarceló a Raúl Salinas, hermano del presidente Carlos Salinas de Gortari, su hacedor presidencial.

Enrique Peña Nieto envió a la cárcel a la profe de todos los tiempos, Elba Esther Gordillo.

Y López Obrador tiene presa, entre otros políticos, a Rosario Robles Berlanga, secretaria de Estado con Peña Nieto y jefa de Gobierno en la Ciudad de México y ex lideresa nacional del PRD.

En ningún momento, Kuri Grajales es visto como un preso político, sino como un político preso.

PREMIO NÓBEL DE CORRUPCIÓN

Está claro que, con frecuencia, los abusos de los políticos son castigados con la cárcel.

Por eso, resulta paradójico que mientras la Cartilla Moral y los códigos de ética predican la honestidad en la administración pública, las tentaciones sean tantas que terminan “atrapados y sin salida” en las cañerías.

La mayor parte de los políticos suelen darse “golpes de pecho”. “Se cortan las venas” proclamándose honestos entre los honestos, los más puros y transparentes.

Años después, cuando han dejado el poder, el trascendido de pillerías y obscenidades en el manejo del presupuesto, “ordeñando las vacas” y “metiendo la mano al cajón”.

Incluso, tiempo existió, quizá todavía, cuando México mereció el Premio Nobel de Corrupción Política en el mundo, perfilando a los políticos aztecas como los ladrones en el planeta.

Fue cuando la población electoral y los ciudadanos de a pie llegaron “a la coronilla” y eligieron al primer presidente opositor en el panista Vicente Fox Quesada, sus hijastros involucrados en terribles escándalos en Pemex.

El dicho juarista de que un político “ha de vivir con la medianía del salario”, ni él mismo, Benito Juárez García, se la creyó cuando, por ejemplo, otorgó cargos públicos a sus tres yernos para felicidad y dicha de sus hijas.

Ni tampoco se la creyó Francisco Ignacio Madero cuando su primer acto presidencial fue liquidar, y bien, a sus hermanos, por las haciendas expropiadas en la Revolución, latifundistas que eran, y nombrar secretario de Hacienda a uno de sus hermanos y a otro Ministro Sin Carteras y diputado federal, y de ñapa, financiarle un periódico, Nueva Era, con cargo al erario.

Pero, bueno, en el ejercicio del poder la tentación es tanta que Imelda Marcos, la esposa del dictador de Filipinas, Ferdinand Marcos, compró con cargo al presupuesto oficial dos mil pares de zapatos y zapatillas para el uso diario como si fuera Alicia en el país de las maravillas.