Mar. Abr 16th, 2024

Hay, por lo menos, quince diputados locales que han brincado de un partido político a otro.

Un día, las tribus en el poder les cerraron las puertas para el cargo público siguiente, se cepillaron la ideología, descubrieron que son mujeres y hombres universales que debieron vivir en el siglo XVIII y migraron a otro instituto.

Y de pronto, caray, y luego de militar en el PAN, PRI, PRD, PVEM y PT, descubrieron que su verdadera identidad está en MORENA, el partido en el poder sexenal.

Ellos son los siguientes:

  1. Luis Fernando Cervantes Cruz. Militó en el PAN, PANAL, PES y MORENA, ahora.
  2. Roberto Francisco San Román. Del PRI a MORENA. Incluso, en su tiempo tricolor aseguró que López Obrador es un político ridículo y que Cuitláhuac García Jiménez “una basura”.
  3. Genaro Ibáñez Martínez. Del PRI a MORENA.
  4. Cecilia Josefina Guevara. Del PRI a MORENA.
  5. Bonifacio Castillo Cruz. PT, PRI y MORENA.
  6. Paúl Martínez Marié. PRI, PAN, PRD, PT y MORENA. El trapecista político campeón. Récord Guinness.
  7. Ana Míriam Ferráez. PAN, PT y MORENA.
  8. Luis Antonio Luna Rosales. Del PRI a MORENA.
  9. Fernando Arteaga Aponte. PRI y MORENA.
  10. Marco Antonio Martínez Amador. Del PAN yunista a MORENA.
  11. Perla Eufemia Romero Rodríguez. PRD y MORENA.
  12. Lidia Irma Mezhua Campos. PRD y MORENA.
  13. Rafael Gustavo Faraoni. PVEM y MORENA.
  14. Luis Ronaldo Zárate Díaz. PVEM y MORENA.
  15. Luis Arturo Santiago Martínez. Del PVEM a MORENA.

En el camino a Damasco, cuenta el relato bíblico, Pablo iba con la espada desenvainada para cazar a los seguidores de Jesucristo.

Y de pronto, tuvo una revelación y Dios se le apareció y quedó convertido y con el tiempo se volvió San Pablo, un apóstol más.

Los quince diputados locales anteriores también tuvieron revelaciones “en el proceloso mar de la política”.

En todo caso, diría el sicólogo Víctor Frankl, la búsqueda de sí mismo.

O todos ellos, como Diógenes, buscando con su lámpara votiva al Hombre Nuevo.

Por fortuna para los 6 millones de habitantes de Veracruz en la miseria, todos ellos, incluidos los 35 restantes, aseguran que trabajarán por el bien de los jodidos.

¡Tengamos fe, mucha fe, fe sólida, “a prueba de bomba”!

 

“NO TIENEN LLENADERA”

 

Los políticos tienen mucho gusto por pronunciar discursos, aunque sean demagógicos.

Y cuando miran una grabadora y una cámara fotográfica enloquecen para llenar la prensa con declaraciones.

Les encanta la venta de esperanzas, aunque sean burdas, ramplonas y baratas, pues ni ellos mismos se las creen.

Y ni se diga decir mentiras, quizá creíbles para ellos, pues como decía Anatole France, sin mentiras todos moriríamos de aburrimiento.

Claro, también viven con la tentación del billete fácil.

Más cuando son jefes y tienen presupuesto disponible y alrededor un ejército de fans y feligreses que todo les aplauden.

Y hasta llegan a sentirse mesiánicos y levitan.

Por eso, resulta lógico, al fin naturaleza humana, que como trapecistas de circo aldeano brinquen de un partido político a otro, como si nada pasara.

Es más, dejándose de respetar a ellos mismos, como el caso, entre otros, pero el más significativo de los diputados locales de Paúl Martínez Marié, quien, y por lo pronto, ha militado en cinco partidos, siempre cabildeando un cargo público más.

A tono, incluso, con la célebre frase de Fidel Herrera Beltrán de que “no tienen llenadera” y “con tal de quedarse con el líquido lácteo maman igual arriba que abajo”.

Son, pues, los iluminados.

Un Ser Superior los eligió “para servir al pueblo” y cumplen, ajajá, con la expectativa.

¡Honor y gloria para ellos!

¡Hosanna, hosanna, la patria chica se ha redimido!

 

HIJOS DEL EGO

 

El caso de los diputados migratorios (migrantes de la política) revela las pasiones radicales de las tribus partidistas y los ajustes de cuentas que suelen darse.

A tono, además, con la enseñanza bíblica de Werris Most en su novela “El arlequín” donde establece que los grandes imperios y emporios son destrozados desde adentro.

Si ellos desertaron de sus partidos originales se debe, primero, a que las hordas partidistas son muy cerradas y ni siquiera, vaya, dejan pasar el viento.

Segundo, porque las tribus encaramadas en el poder suelen repartirse los cargos públicos, más cuando son jugosos porque tienen presupuesto, entre ellos. Digamos, entre familia.

Y, por tanto, aplican la cláusula de exclusión a los demás, como por ejemplo, sucedía con los guardias pretorianos de Javier Duarte (Érick Lagos, Alberto Silva, Adolfo Mota y Jorge Carvallo) cuando cercaban al góber y ni siquiera dejaban pasar a los secretarios del gabinete legal y ampliado.

Tercero, porque excluyendo, asestan manotazos, además de que sirve para quedarse con más tajadas suculentas del pastel.

Cuarto, porque las elites esperan sumisión (también les llaman disciplina) de los subalternos. Y a quienes son insumisos les denominan traidores. Calígula, el emperador romano, ordenaba que los asesinaran.

Quinto, porque en la lucha de egos siempre “la cuerda se rompe por lo más delgado”. Los políticos, en su mayoría, yoyistas. Hijos del yo-yo. Hijos del ego. “No hay más ruta que la nuestra” decía el pintor muralista, David Alfaro Siqueiros. “Estás conmigo o contra mí” preguntaba Ronald Reagan a los reporteros.

En tales circunstancias, nada mejor que migrar a ver si en otros lados los valoran y dan su lugar.

Gracias al chamán, los diputados locales están movidos por el espíritu de servicio.

Ni hablar, de alguna manera hay que vivir en un Veracruz con 6 millones de los 8 millones de habitantes en la miseria, la pobreza, el desempleo, los salarios de hambre y la jodidez…