Vie. Abr 19th, 2024

Fe y acción

 

Hoy desperté, mis parpados se abrieron con los destellos luminosos del Alba.

Todavía estoy cansada, pues intenté seguir nadando tras una nutria en la laguna de Catemaco, el domingo por la tarde. Ésta llevaba su cría trepada y afianzada de su cuello.

Nadamos juntas un tramo, se percataron que yo no era ofensiva para ellas, pero iban avanzado hacia lo más profundo de la laguna, fue cuando me di cuenta que me había alejado demasiado de la orilla y con fe en mis fuerzas emprendí el lento brasear hasta la orilla.

Sentí pánico de momento, pero con fe y acción llegué a la seguridad hasta que mis pies sintieron tierra.

La fe no es sólo un sentimiento intelectual a verdades. Tampoco es un poder mental que realiza cosas prodigiosas. No es ni una ni otra cosa; la fe autentica es dinámica, entra en acción, no se queda de brazos cruzados ante las circunstancias de la vida, no observa pasivamente lo que sucede a su alrededor.

En cierta ocasión, Jesús manifestó a unos ciegos: “Conforme a vuestra fe os sea hecho”, en esta declaración Jesús estaba relacionado la fe con la acción. Los grandes milagros registrados en la biblia son demostraciones extraordinarias de fe.

La conversión también es un milagro de fe y la vida cristiana es una vida de fe. San Pablo lo dijo “El justo vivirá por la fe”.

Con el fin de que este asunto quede claro, pensemos acerca de la fe en términos de confianza; si tu confías en alguien no te quedas quieto, mirándolo de lejos, vas con esa persona, no temes, sabes que si te lleva por la izquierda, es lo mejor para ti.

La conoces y sabes que sería incapaz de provocarte mal y muchas veces, aunque las cosas no salgan como a ti te gustaría, continúas confiando en ella.

Pero esta actitud de obediencia y de confianza no es la actitud servil de un esclavo hacia el patrón, sin no la actitud segura del hijo, hacia el padre, entre quienes existe una relación maravillosa de compañerismo y de amor.

La fe es indispensable para la vida, el apóstol Pablo refiriéndose al pueblo de Israel, menciona que ellos fueron quebrantados por su incredulidad la incredulidad es lo contrario de la fe. La tragedia de Israel fue su incapacidad de confiar. Habían visto tantos milagros en su trayecto a través del desierto, pero de nada les sirvió todo eso.

Endurecieron el corazón, no fueron capaces de confiar y cuando una persona no confía, se desintegra interiormente. No es feliz, vive una experiencia permanente de temor y de duda. Por eso la fe es indispensable para la vida.

Has de este un día de fe, sal del barco de tus realidades y pisa el mar turbulento, por que no estas solo, El señor Jesucristo está contigo y contra Él, nada ni nadie será capaz de derrotarte; porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por la fe y para fe, como está escrito “Más el justo, por la fe, vivirá”.