Sáb. Abr 27th, 2024

La cuchilla tropical está lista. Caerá sobre 5 ex presidentes de la república. López Obrador, llevando a juicio a sus antecesores. Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón. Vicente Fox. Ernesto Zedillo y Carlos Salinas.

Tres de ellos, se la deben más que los otros. Y como dice el adagio bíblico, “todo indio se venga”. Mucho, muchísimo lo bloquearon desde el poder político y público “en el país de un hombre”.

Carlos Salinas y el operativo aquel con el playboy argentino, Carlos Ahumada, filmando el dinerito que el secretario particular de López Obrador, René Bejarano, metía en la maleta y escondía en las bolsas del saco y del pantalón.

Vicente Fox, tratando de desaforarlo como jefe de Gobierno en la Ciudad de México para quitarlo de la jugada presidencial.

Y Felipe Calderón, quien le robara la presidencia de la república.

El primero de agosto será la consulta popular, la consulta ciudadana, para llevar al quinteto a un juicio político.

El delito, parejo para todos. El desastre económico, social y político, anexos y conexos que cada uno fuera dejando en el camino.

López Obrador, echando más gasolina al fuego.

Digamos, justicia terrenal, a tono con la justicia divina.

En 1935, el presidente Lázaro Cárdenas del Río, hasta la coronilla de Plutarco Elías Calles, citó a una reunión privada con el gabinete legal y a todos, sin excepción, pidió la renuncia.

En realidad, jugada maestra para despedir a los secretarios callistas.

Al día siguiente, pidió la renuncia a todos los gobernadores y jefes militares regionales callistas.

Al tercer día, todos los diputados federales callistas se volvieron cardenistas.

Y al cuarto día, la prensa callista amaneció con fervor patrio cardenista.

En el rancho dirán: “¡Muerto el perro… se acabó la rabia”.

De hecho y derecho, carambola múltiple de López Obrador para acabar con el salinismo, el zedillismo, el foxismo, el calderonismo y el peñismo.

El único ismo que luego del primero de agosto quedará en el país será el obradorismo.

Y que el quinteto diga lo que diga, Vicente Fox, el más encendido.

La hora, digamos, de la venganza, ha llegado.

Y aun cuando desde hace dos años y medio, López Obrador anda con la inquietud y ha soltado por ahí bombardeos nucleares, apenas ahora anuncia la consulta popular y pone fecha.

Se encartará en la otra gran consulta del referéndum, el plebiscito, para determinar en las urnas si López Obrador termina el periodo constitucional de seis años, o de plano, “si la voluntad popular lo determina”, se retira.

Pero como el obradorismo permanecerá dieciocho años en el poder presidencial según profecía de Porfirio Muñoz Ledo, entonces, hay Edén tabasqueño para rato.

AFILAR MACHETE Y MORUNA

Está claro que ningún expresidente terminaría en la cárcel. Pero basta y sobra con que sean expuestos y crucificados en el palenque público.

Más canijo fueron los presidentes de la república en el siglo pasado.

Victoriano Huerta, por ejemplo, ordenó asesinar hasta con tiro en la espalda y tiro de gracia a Francisco Ignacio Madero y José María Pino Suárez, el segundo de abordo.

El día cuando Álvaro Obregón fue asesinado en el restaurante La bombilla, en la Ciudad de México, los defeños preguntaban a los amigos quién había ordenado el crimen y los amigos contestaban de la siguiente manera:

“Cálles/e…, señor”, en franca alusión a Plutarco Elías Calles.

A lo más que llegó José López Portillo fue encarcelar a siete secretarios del gabinete legal y ampliado de Luis Echeverría Álvarez, entre ellos, a los jarochos Eugenio Méndez Docurro y Félix Barra García, secretarios de Comunicaciones y Transportes y de la Reforma Agraria.

Miguel de la Madrid marcó su línea de López Portillo, quien lo entronizara como presidente de la república, y encarceló a Jorge Díaz Serrano, el director de Pemex y Senador de la República que le jugara las contras.

En el Salinato, unos seiscientos perredistas fueron asesinados, todos en la impunidad, los dos primeros, operadores de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

Ernesto Zedillo se fue a la yugular de Carlos Salinas y encarceló a Raúl Salinas de Gortari, llamado El hermano incómodo.

López Obrador será el primer presidente de la república que lleve a juicio político, ni más ni menos, que a 5 antecesores.

Por eso, quizá, Calígula, el emperador romano, exclamaba su frase preferida:

“Hay días cuando me siento dios”.

El dios político y terrenal en turno desafiando la teoría y la práctica constitucional y sometiendo al cadalso público a 5 antecesores.

Los conservadores, “que son conservadores porque desean conservar sus intereses” como decía Ignacio Ramírez Calzada, El Nigromante, dirán que López Obrador “se pasó de tueste”.

Pero, bueno, cada quién tiene estilo personal de ejercer el poder y por ahora, López Obrador necesita la hoguera pública para afianzarse más.

Incluso, cuando en el palenque ha empezado a hablar sobre la sucesión presidencial del año 2024, defendiendo a sus favoritos (Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum), descartando a otros (Ricardo Monreal) y encartando a una más (Tatiana Clouthier).

Así, pues, afilemos el machete para votar el primero de agosto contra el juicio político a Peña Nieto, Calderón, Fox, Zedillo y Salinas.

¡Ay de López Obrador y los obradoristas si pierden el 2024 porque entonces, el infierno será poco para ellos!