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Dic 31, 2019
  • Los calendarios…

Calendarios… almanaques. Aquellos de atractivos cromos que cada año, por estas fechas, el comercio obsequiaba como aguinaldo a sus clientes, van quedando en el olvido. ¿En qué casa, u oficina, no había uno adornando la pared?

De gran o pequeño formato, eran codiciados por sus ilustraciones…Una extensa iconografía, desde reproducciones de cuadros famosos o monumentos, hasta escenas cotidianas, pasando por paisajes, temas mitológicos, históricos o religiosos…y aquellos otros con chicas semi o desvestidas que eran, decían las buenas conciencias, propias para decorar peluquerías.

En el México del porfiriato, la editorial de Antonio Vanegas Arroyo –donde trabajó José Guadalupe Posada- publicaba algunos calendarios con variadas ilustraciones, cuya impresión en litografía era artesanal, y por tanto de escaso tiraje.

Los avances en la fotografía y en las artes gráfica hicieron posible los calendarios litografiados a cuatro tintas, en grandes tirajes, Estos cromos con reproducciones fotográficas o pictóricas llegaron de Norteamérica a principios del siglo XX. Y pronto se convirtieron en usual y eficaz medio publicitario.

En la capital de la república, la cigarrera “El Buen Tono” y la fábrica de conservas y naipes de “Clemente Jacques” establecieron sus propios talleres fotolitográficos para imprimir sus etiquetas, naipes, loterías…y sus calendarios con motivos mexicanos…Esto alentó a fotógrafos y pintores a crear ilustraciones destinadas a los calendarios.

En los años 40, el empresario español Santiago Galas montó un taller de foto offset -Galas de México-, el más grandes y moderno en su tipo, de cuyas prensas salieron calendarios que llegaron a los hogares de México y de Centro y Sudamérica.

Muy apreciados eran los que obsequiaban las grandes empresas cigarreras y cerveceras. Eran de gran formato y con ilustraciones de temas mexicanistas, creador por pintores como Rafael Torres Palomar y Ramón Valdiosera, los de motivos taurinos debidos al pincel de Ruano Yopis, o los de charrería del pintor Ernesto Icaza.

Pero, sin duda, fue Jesús Helguera quien, con su arte pictórico, enriqueció e hizo florecer los calendarios… Por encargo de los señores Galas, el artista recorrió la república para tomar apuntes o fotografías y plasmar en sus pinturas los más variados temas mexicanos… Así, paisajes, ambientes, costumbres; pasajes históricos, mitológicos o religiosos, pasaron de sus lienzos a los calendarios… que actualmente son codiciadas piezas de coleccionismo. Precisamente, la ilustración que acompaña a esta crónica, debida al pincel de Helguera se titula Rio de la Mariposas

En CDMX, El Museo Soumaya, posee muchos de los cuadros originales del pintor Helguera, que quedaron inmortalizados en miles de calendarios.

Otras piezas notables fueron las series temáticas de calendarios que la cervecería Cuauhtémoc dedicó a la música, las artesanías y las tradiciones mexicanas…Y muchos quizás recordemos algún calendario cuya ilustración, por su rara o impactante belleza, quedó retenida en la memoria.

Raro sería el hogar donde faltara el calendario. En la sala, el comedor o la cocina, en lugar preferente entre fotos familiares y cuadros religiosos estaba el almanaque, alegrando con su cromo…Y cumpliendo su función publicitaria…recordando el mensaje de quien lo obsequió; mensaje siempre con invariable remate: “…les desea Feliz Navidad y próspero Año Nuevo…”

Mas, la vida del calendario no terminaba con el año. Si el cromo era atractivo se recortaba y enmarcado con vidrio y cinta paspartú, pasaba a formar parte de la iconografía hogareña.

Tal vez por ahí, alguien habrá guardado alguna de estas piezas que fueron tan comunes – y ya raras, pero fuertemente ligadas a la esencia popular y a nuestros recuerdos…

Porque… ¿Quién no contó días, semanas y meses en el marco polícromo y alegre de un calendario….?

FELIZ AÑO 2020. Salud y prosperidad deseamos a los directivos de EYIPANTLA e integrantes de la redacción, agradeciendo la atención y el espacio que nos brindan; así como a nuestros amables lectores…

©shg