El verdadero cáncer que no mató a Freud

Fotografía del padre del Psicoanálisis. | Reuters

CÁNCER | Estudio pionero
Un estudio pionero revela todos los datos reales sobre la enfermedad
Durante 16 años padeció un cáncer oral que no pudo superar
Fue intervenido 33 veces y tuvo que someterse a radioterapia
La causa de su muerte no fue el tumor, sino una sobredosis de morfina

Fotografía del padre del Psicoanálisis. | Reuters

Beatriz G. Portalatín | Madrid.—La pintura de Dalí, el cine de Alfred Hitchcock o Luis Buñuel confiesan estar influenciados por él. El mismísimo Woody Allen cogió su fórmula mágica para recrear en sus películas un trasfondo mental que tenía más de diván y de pulsiones sexuales que de súper producciones americanas, más propias del siglo XXI. El padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, es probablemente uno de los personajes más influyentes de la historia moderna pero, ni siquiera él pudo librarse de su propia pesadilla, el cáncer. Un estudio médico revela cómo y cuál fue su verdadera enfermedad.

Florencio Monje, jefe de Servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial del Hospital Infanta Cristina de Badajoz, ha realizado a cargo de la Asociación Americana de Cirugía Oral y Maxilofacial, una investigación puntera. Ha tenido acceso a toda la documentación oficial de su historial médico y desvela datos hasta ahora desconocidos sobre el verdadero cáncer oral que padeció Sigmund Freud. La conclusión del estudio: “Carcinoma en el paladar derecho, que posteriormente interfirió al maxilar superior”.

Todos los datos que había, afirma el doctor, apuntaban que Freud tenía un cáncer de lengua o de mandíbula, pero “nada de eso”. “Había mucha confusión en cuanto a la localización exacta del cáncer, al final con la documentación en la mano pudimos llegar a ese lugar concreto: paladar y maxilar superior derecho”, explica en su estudio publicado recientemente en la revista especializada ‘El dentista del siglo XXI’.

Fumador empedernido y “mi querida neoplasia”

En las imágenes que podemos rescatar de este personaje, seguramente en la mayoría aparezca con un puro en la mano. Y es que “Freud fumaba todo el día”. Hasta 20 cigarros puros diarios de su marca favorita, Don Pedro. Monje asegura que el comienzo de todo fue una enfermedad pre maligna (leucoplasia) cuando él tenía 62 años que derivaba en gran parte de ese hábito tabáquico. Sin embargo, Freud confió siempre que era resultado de una pulsión sexual en relación con su hija Anna.

Pasaron cinco años, y fue a los 67 cuando esa lesión empezó realmente a molestarle. Después de muchos vaivenes con amigos médicos y demás especialistas, el diagnóstico reflejó: “carcinoma de células escamosas”, o lo que es lo mismo, cáncer. Freud se refirió a su enfermedad como “mi querida neoplasia”.

A partir de ese momento, explica el doctor Monje, empezó una “verdadera tortura de tratamientos”. “En tres ocasiones se sometió a radioterapia mediante diversos tipos de técnicas y tuvo que pasar por el quirófano hasta 33 veces”. De esas intervenciones, la mayoría fueron aplicadas con anestesia local, algunas de ellas con sedación y “solamente una, la última, con anestesia general”.

En total, 16 años de enfermedad que pudieron con Freud. Cuando el cáncer estaba avanzado y el deterioro físico era más que importante, llegando incluso a soportar un terrible olor a vómitos y unos fuertes dolores, acudió a su amigo Schur. Éste cumplió la promesa que pactaron algunos años antes de ayudarle a terminar con su vida cuando ya no pudiera más. Le administró 400 miligramos de morfina en menos de 24 horas que le causaron la muerte el 23 de septiembre de 1939.

Uso de la cocaína

Este es un capítulo adherido a su vida. Aparte de sus conocimientos de psicología, también “manejaba otra arma muy interesante que fue la cocaína”, asegura el experto.

Hay datos que prueban que Freud utilizó esta sustancia para combatir sus fuertes dolores en momentos puntuales de la enfermedad. Tal como relata el doctor, aprendió este “arte” de Joseph Breuer, su maestro y mentor, creador del método catártico. Freud empezó con él su andadura profesional, de la mano de uno de los casos más famosos de la historia de la Psicoterapia, que el propio Breuer “le cedió”, el caso de Anna O.

Si hoy día Freud estuviera vivo, el cáncer “por supuesto” se curaría, afirma el doctor. Se trataría de un tratamiento estandarizado en cirugía oral y maxilofacial, el normal en este tipo de cánceres, que extirparía la zona afectada y la reconstruiría con diferentes técnicas quirúrgicas.

Pero a pesar de 16 años de enfermedad y de ‘ires y venires’ entre operaciones y tratamientos, ni siquiera en esa particular historia de vida, Freud abandonó su empeño de que el Psicoanálisis pudiera explicar absolutamente todo. Y así, dejó un legado que hoy por hoy sigue vivo en los divanes de medio mundo.

MEDICINA E HISTORIA

Freud: psicoanálisis de la migraña

 

ISABEL ESPIÑO.—El padre del psicoanálisis sufrió durante toda su vida severas jaquecas. Sus padecimientos le hicieron desarrollar toda una teoría psicoanalítica de la migraña y el dolor en general.

“He padecido una migraña, el tercer ataque de esta semana, aunque por lo demás he estado fenomenal de salud. (…) Sospecho que la salsa tártara que tomé para comer me sentó mal. Consumí algo de cocaína, vigilé que la migraña se fuese de una vez y fui a escribir mi artículo y la carta, pero estaba tan molesto que tuve que seguir trabajando y escribiendo y no me pude ir a dormir hasta las cuatro de la mañana”.

El episodio -descrito en una misiva que envió Sigmund Freud (1856-1939) a su esposa, Martha Bernays- es una buena muestra de los padecimientos del médico vienés. Freud sufrió repetitivos episodios de cefaleas, sobre todo entre 1880 y 1900.

Él “siempre se refirió a estos ataques como migrañas, aunque es difícil verificar el diagnóstico porque no existe una descripción detallada de los síntomas”, matiza un estudio sobre el tema, publicado en la revista ‘Cephalalgia’ en 1996.

De lo que sí queda constancia es de las molestias del médico, que a veces le impedían trabajar y, en otras ocasiones, le llevaban a trabajar compulsivamente. Los ataques se desencadenaban por cambios en el tiempo o por el estrés, a menudo precedidos de síntomas neurológicos, como errores al hablar (‘lapsus linguae’), y se aliviaban mediante aplicaciones nasales de cocaína o tomando piramidona (un analgésico) o aspirina. Incluso, llegó a someterse a una dolorosa cauterización de la mucosa nasal.

Teorías sobre la migraña

La denominada ‘neurosis refleja nasal’ (una neurosis de causas orgánicas), que explicaba numerosos trastornos funcionales por motivos nasales, tuvo una especial acogida en la medicina entre 1850 y 1900.

Y es que aunque Freud es más conocido como padre del psicoanálisis, también era neurólogo, y desarrolló una extensa teoría sobre la migraña y el dolor en general.

Sin embargo, Freud abandonó esta explicación a las cefaleas en su segundo tratado sobre la migraña, de 1896.

El neurólogo había observado que las jaquecas estaban relacionadas con numerosos aspectos sexuales (debido a la importancia que tenían sobre estos problemas el género, el embarazo o el momento del ciclo reproductivo de la mujer), así que consideró que “la migraña es un efecto tóxico producido por una sustancia estimulante sexual cuando ésta no encuentra suficientes vías de escape”.

En concreto, la sustancia sexual irritaría las meninges, aunque no descartaba que también pudiese afectar a los músculos de los vasos sanguíneos en el cerebro. “De este modo, Freud se anticipaba a la importancia de los mecanismos vasculares y neurológicos en el origen de la migraña, que más tarde se han visto avalados por los trabajos experimentales”, resume el artículo de ‘Cephalalgia’.

Ideas trastocadas

Por el contrario, el médico vienés descartaba que las jaquecas pudiesen tener una explicación genética. De todos modos, los autores del mencionado estudio, encabezados por el neurólogo Andreas Karwautz, creen que se trataba, más bien, de una interpretación interesada.

“Freud estaba convencido de que el hecho de ser heredable implicaba un mal pronóstico. (…) De este modo, la decisión de rechazar la genética de la migraña implicaría un buen pronóstico y permitiría que la ansiedad y el miedo a la muerte diesen paso a la esperanza”, comentan.

“Algunas de las ideas de Freud y los conceptos del psicoanálisis inicial deben ser vistas como históricamente interesantes pero anticuadas (la neurosis refleja nasal, el rechazo de la genética, una exagerada interpretación de la migraña como un trastorno de origen psicológico…). Otras ideas, por el contrario (los aspectos narcisistas del dolor, la importancia de los aspectos psicosociales en el paciente con dolor…) deben considerarse un aspecto integral en la actual investigación de las cefaleas”, resumen los autores.